El Gobierno de AMLO empezó con la consigna de hacer Pemex great again. No lo consiguió. Se conforma con evitar que el pueblo sabio se entere de que su Tía Pemex está en terapia intensiva, en condición delicadísima
Ha llegado la palabra del año, decían en enero de 2023 en Davos. Policrisis se refería a la coexistencia de varias crisis que se alimentan unas a otras y hacen muy complicada la solución. Pemex vive una policrisis. La deuda lo asfixia. La operación se deteriora: la producción está lejos de las metas que se fijaron en 2019; los accidentes crecen y la productividad sigue por los suelos. Las calificadoras lo ponen en perspectiva negativa y le hacen más caro el acceso a recursos. La administración no tiene respuestas para los problemas. Los planes de la empresa no son creíbles, advierten las calificadoras. La mayor empresa de México enfrenta una crisis gigante con una administración que sigue en la curva de aprendizaje.
Pemex ya no siente lo duro, sino lo tupido. La carta de su director, Octavio Romero Oropeza al Secretario de Hacienda no deja dudas. “La situación es cada vez más crítica y amerita soluciones prontas y expeditas”, dice el agrónomo que está a cargo de la petrolera. Se refiere a los problemas con los proveedores: Baker Hughes, la de la Casa Gris, le reclama el pago de facturas vencidas por 308 millones de dólares; Hokchi, una empresa que extrajo gas y petróleo y se lo entregó a Pemex para comercializar, le reclama 187 millones de dólares, más intereses. Más delicado en el cortísimo plazo, quizá, es que Ferromex (de Germán Larrea le ha suspendido el servicio de desalojo de combustóleo de las refinerías de Tula y Salamanca por falta de pago. Es un adeudo de 317 millones de pesos que, en el peor escenario, podría llevar a desabasto de combustible en la región del Bajío.
En la carta, que trascendió esta semana, el Director de Pemex le pide apoyo al Secretario de Hacienda para resolver problemas relacionados con bombas que ya estallaron. No sabemos que contestó Rogelio Ramírez de la O. Tampoco sabemos cómo están valorando en Hacienda los artefactos que están haciendo tik tok y podrían estallar en cualquier momento. La deuda que reclaman Baker Hughes, Hokchi y Ferronal es la punta del iceberg de una deuda con proveedores y contratistas que suma 231,000 millones de pesos. Los compromisos financieros de corto plazo suman otro medio billón de pesos. Estos tienen que pagarse en un plazo menor a un año.
Esta semana también se dio a conocer un informe de la Agencia Internacional de Energía, que resulta demoledor para la narrativa de la supuesta recuperación de Pemex. Dice la AIE que México tendrá una fuerte caída de producción de petróleo en los próximos cinco años. En el 2028 estaremos produciendo alrededor de 1.5 millones de barriles diarios. El descenso, de 25% es el mayor en términos porcentuales entre los países de la OPEP+. Se explica por la caída en la producción de los campos maduros que Pemex ha explotado en los últimos años. Los niveles de inversión que se han hecho en los últimos años son insuficientes para recuperar la producción, dice la AIE. No olviden que el Gobierno arrancó en 2019 con la promesa/ compromiso de Pemex de lograr una producción de 2.5 millones de barriles diarios.
Las dificultades financieras de Pemex se expresan en el diferencial de tasas que paga la petrolera respecto a la deuda del Gobierno mexicano. Eran 1.2 puntos porcentuales en 2018. La brecha ahora son cinco puntos, según Bloomberg. Para una empresa superendeudada, en un contexto global de altas tasas de interés, esto se traduce en un problema que vale miles de millones de dólares.
Lo que está ocurriendo con la producción de petróleo en Pemex no puede usar el estallido de la bomba como metáfora. Piensen ustedes en una hemorragia que va dejando anémico un cuerpo. El gobierno le ha dado a Pemex apoyos equivalentes a 1.3 billones de pesos en lo que va del sexenio. En el presupuesto vendrá otro río de recursos: el Gobierno prevé pagar entre 10 y 11 mil millones de dólares de deuda de Pemex en el 2024. Le dará también alrededor de 465,000 millones de pesos, como presupuesto anual. Para darle oxígeno, le otorgará una reducción de cinco puntos porcentuales a la tasa de derechos que paga por su producción. Habrá apoyos para pagar deuda, pero no crecerán los recursos para producción.
El Gobierno de AMLO empezó con la consigna de hacer Pemex great again. No lo consiguió. Se conforma con evitar que el pueblo sabio se entere de que su Tía Pemex está en terapia intensiva, en condición delicadísima.