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El segundo semestre del año será intenso en temas fiscales. El 15 de agosto, el Grupo de Trabajo para la Transición Hacendaria, que encabeza Alfonso Ramírez Cuellar presentará su proyecto de reforma fiscal. El objetivo de este grupo es incrementar sustancialmente los ingresos de los gobiernos locales y el gobierno federal, sin subir impuestos ni crear nuevos gravámenes.

En otra pista, el 30 de septiembre se establecerá el uso obligatorio de la Carta Porte, que pretende establecer un control super eficaz de las mercancías que entran y circulan por el país. Este complemento de factura servirá para combatir el contrabando y la informalidad. Según la jefa del SAT, Raquel Buenrostro, esta medida podría generar cuando menos 150,000 millones de pesos de ingresos adicionales al fisco. Supondrá un cambio radical de la forma en que operan las empresas de autotransporte y almacenaje en México.

Reforma fiscal y Carta Porte. Cada uno de estos dos temas es gigante, pero la agenda fiscal del futuro cercano no se agota con ellos. En el segundo semestre, tendremos también el posible aterrizaje en México del acuerdo global para un impuesto mínimo a las grandes multinacionales, como Google, Amazon, Apple, Facebook y Microsoft. Este gravamen se podría aplicar a alrededor de 100 empresas que operan en México, según estima el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio.

Los efectos de esta medida se dejarán sentir en los ecosistemas en que operan estas grandes corporaciones. Quizá signifiquen mayores precios para los consumidores, probablemente represente un tanque de oxígeno a empresas que compiten contra estos gigantes. Este impuesto podría entrar en vigor en el 2022, suponiendo que los países más ricos del mundo mantengan el paso. La semana pasada se anunció el acuerdo y en este mes habrá una reunión ministerial para ver los detalles. Hay decenas de miles de millones de dólares en juego, una pregunta es: ¿De qué tamaño será la rebanada que le tocará a México? Otra más es: ¿Qué tipo de esfuerzo le tocará hacer a nuestro país para producir ese nuevo pastel fiscal?

Es muy pronto para saber cuántos recursos podrían generar el impuesto global y la reforma fiscal. Lo que sí está claro es que el Gobierno de México necesita, con urgencia, mayores ingresos y nuevas fuentes de recaudación. En el primer cuatrimestre del año, el gobierno obtuvo 1.5 billones de pesos en ingresos, pero cada uno de los principales rubros registró una caída. Entre enero y abril, la recaudación de ISR cayó 2.0%; el IVA, 0.2% y el IEPS, 13.2 por ciento. No es un problema de eficiencia recaudatoria, porque el SAT está haciendo bien su chamba. El tema de fondo es que el aparato de recaudación se ha rezagado frente a las necesidades de gasto.

La Carta Porte y el impuesto global traerán mayores ingresos pero no evitarán que entremos en una discusión a fondo sobre el régimen fiscal. Alfonso Ramírez Cuellar se ha referido a mecanismos que eviten las evasiones multimillonarias y a una mayor coordinación entre los gobiernos locales y el Gobierno Federal. Hay ideas sueltas, se habla de mejorar la cobranza del impuesto predial; de un impuesto a las herencias y de un impuesto a los multimillonarios, similar al que han instaurado países como Argentina. También se menciona una revisión al alza de los gravámenes que ya existen en productos con alto contenido calórico.

Tenemos muchas ideas sueltas que deberán ser valoradas, no sólo en su potencial recaudatorio, sino por su impacto en las actividades que producen los ingresos fiscales y en los precios que pagan los consumidores. Necesitamos una reforma fiscal profunda, entre otras cosas porque tenemos un régimen fiscal que data de los tiempos de López Portillo. En ese momento éramos un país con 67 millones de habitantes donde gobernaba un partido sin competencia real; no teníamos internet, ni Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos.

Necesitamos una reforma fiscal ambiciosa pero debemos estar conscientes de los riesgos: hace apenas dos meses en Colombia una mala iniciativa provocó grandes revueltas sociales. Necesitamos un nuevo acuerdo tributario y tomar en cuenta lo que dijo el fisócrata Colbert en el siglo XVII, “cobrar impuestos es el arte de desplumar el ganso e impedir que pegue de graznidos”.