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Las crisis no son los hechos en sí mismos.

Las crisis se deben a las consecuencias que van agravando o incidiendo en el escalamiento de un hecho emergente.

Acapulco vive hoy una de las peores emergencias de su historia. Un desastre que ha cortado de tajo la continuidad de toda actividad.

El puerto turístico, que es el principal generador de actividad económica en Guerrero (casi una tercera parte del Producto Interno Bruto estatal), perdió toda comunicación terrestre, aérea, en sus telecomunicaciones que impide conocer la gravedad y las afectaciones en la integridad física de la gente tanto local como de turistas.

No se sabrá en lo inmediato las afectaciones y costo de los daños materiales.

La crisis, en realidad apenas empieza.

Todo hecho crítico comienza a partir de un hecho emergente, extraordinario, previsible o no.

Si bien en Acapulco y Guerrero se previó de manera anticipada la llegada del huracán Otis por parte del Servicio Nacional Meteorológico de Conagua y que se pronosticó la severidad de su fuerza y los probables efectos destructivos, es apenas la primera fase de la crisis.

El escalamiento de las consecuencias es lo que constituye la verdadera crisis.

La actividad económica en Acapulco se paralizará por un periodo amplio en los días si no semanas siguientes.

Y eso irremediablemente incidirá en el ingreso, en el empleo y en la continuidad de las cadenas de abasto (suministro) de bienes y servicios que, a su vez, ocasionará procesos de especulación y encarecimiento. Impactará en la vivienda y hospedajes.

Implicará la probabilidad de que los actos de rapiña y robo de mercancías aparezca ante la urgente necesidad de la población de acceder a alimentos y suministros básicos para la higiene y la salud.

Surgirá, probablemente, la delictiva relacionada con el manejo de dinero: robos, asaltos o escasez de moneda en curso.

Aparecerán potencialmente problemas de salud: enfermedades gastrointestinales por escasez o mala calidad del agua y de los alimentos; pudieran surgir padecimientos infectocontagiosos o por picadura de insectos. La prevención y atención sanitaria será central.

Acapulco, con toda la problemática de violencia e inseguridad que ha ocurrido en los últimos años, no ha dejado de ser un polo turístico.

Los “días de muertos” eran seguramente esperados. Y las vacaciones de fin de año son las más importantes para Acapulco porque representa una de las épocas de mayor ingreso y de derrama económica para los prestadores de bienes y servicios, así como la población.

Pero también de generación de impuestos. El desastre natural ocasionará que los periodos vacacionales sean una pérdida económica.

Reconstruir será una prioridad en Acapulco al igual que en las comunidades afectadas de la región de la Costa Grande. Eso es vital pero puede llevar largo tiempo.

Ante todo, lo verdaderamente urgente será recuperar la continuidad de las actividades en lo inmediato, especialmente las turísticas que son las que generan ingreso, empleo y derrama económica.

La gestión de las crisis implica no sólo atender en lo inmediato los hechos, particularmente los relacionados con la sanidad y la salud; la seguridad física, la pública en términos de presencia de corporaciones policiales y militares; las comunicaciones y servicios públicos, sino restituir lo más pronto posible la normalidad porque -de no hacerlo- alargará los efectos de la emergencia.

La población necesita ingreso económico, seguridad en el empleo, comunicaciones, movilidad y abasto continuo de bienes y servicios. Eso es lo verdaderamente relevante en la gestión de la crisis.

Si no se actúa en esa vía, dado el tremendo y grave efecto de Otis, estaremos ante una emergencia prolongada, de alto costo, de subsidiariedad sin fin a través de apoyos presupuestales públicos que sólo serán un remedio, no la solución de fondo.

Post scriptum.- un verdadero acto de solidaridad sería promover que el periodo vacacional de fin de año no se pierda. Buscar las mejores acciones que permitan recibir en Acapulco a turistas porque ello hará factible que haya ingreso para la población a través de la actividad económica. Es decir, lograr continuidad en las operaciones, objetivo clave de todo buen manejo de una crisis. La resiliencia en su sentido más estricto y correcto.

*consultor en manejo de situaciones críticas.
@LuisAlbertoRodr
[email protected]