Elecciones 2024
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A menos que haya temor por el referéndum del año próximo, no hay claridad del porqué el Presidente come ansias por señalar quién ha de sucederlo en la silla presidencial, a tres años de distancia de que, conforme a la Constitución, termine su mandato.

Anuncio de un destape anticipado

Dato curioso, López Obrador menciona a su gabinete, y deja fuera al personaje central en el Senado: Ricardo Monreal, presidente de la Junta de Coordinación Política y líder de la fracción morenista.

Y no es que quiera anidar sentimientos rencorosos, peeeeeero ¿qué no fue justamente en el Senado donde se legislaron los caprichos del Presidente… ah no, perdón, los cambios constitucionales para la revocación de mandato en el 2022, para que el pueblo bueno y sabio vote si quiere que siga el Presidente o no en el cargo?

Recordar es volver a vivir

Quizá por ello, AMLO rompe el paradigma de que solo a finales del quinto año de gobierno se pueda hablar de la sucesión presidencial, mismo que costó, en otro tiempo, el cargo de director del IMSS a don Carlos Gálvez Betancourt, que molestó a Luis Echeverría por pretender sucederlo en los primeros años de su gobierno, o aspirar, al menos.

Anécdotas aparte

En estos días es el senador Ricardo Monreal el personaje más mencionado en los medios, luego del ninguneo del presidente López Obrador al dejarlo fuera de sus Kabalas (no, no estoy hablando de la vicepresidenta Kabala… ah no, perdón –no se rían–, Kamala) futuristas con rumbo a una decisión anticipada o no.

Todos los nombres mencionados por el primer mandatario tienen, al menos, tres características en común: creen que son competitivos electoralmente (bueno, la Nahle cree que en la OPEP la ovacionaron y hasta lo presumió en una mañanera, entonces puede creer lo que sea); garantizan la continuidad y consolidación de la 4T, y poseen identificación personal con la lucha histórica por alcanzar la Presidencia. Es decir, han acompañado al tabasqueño en su devenir político.

Ante este distractor… ah no, otra vez me equivoqué, gesto de apertura democrática que el Presidente tuvo con las y los colaboradores mencionados, debería corresponder ahora un gesto de madurez de ellos mismos para, ahora sí, ponerse a chambear en serio, pues las cosas no van bien y aún quedan poco más de tres años de este gobierno.

Son muchos los desafíos, retos y amenazas que un proceso de cambio de régimen como el que está en marcha va a enfrentar en los próximos tres años. De entrada, viene el show… ah no, la consulta para enjuiciar a los expresidentes (si tienen pruebas contra ellos, preséntenlas y enjuícienlos ya. De hecho, así se llamará una de mis columnas), el proceso de revocación de mandato presidencial en marzo de 2022, así como posteriormente la elección de gubernaturas y la elección presidencial misma.

Distractor o no, la 4T, AMLO, ya cambió, alteró el ritual tanto en modo como en tiempos para referirse al posible sucesor de un presidente en turno. El famoso tapado. Durante décadas, el paradigma que rigió la sucesión presidencial fue el clásico: “el que se mueve no sale en la foto”, frase que se le atribuye a don Gonzalo N. Santos, pero que recordamos más en la voz de don Fidel Velázquez Sánchez.

Con base en ello, todos los aspirantes permanecían quietos, y las posibilidades de ser el sucesor eran inversamente proporcionales al número de grupos que apoyaban a los aspirantes. A más grupos apoyando a un postulante, menos oportunidad de ser el elegido.

Todo eso ha cambiado. El tapado pasó a la historia, y hoy están a la luz del día los posibles sucesores del presidente López Obrador. ¿Quién les dio ese rango o categoría? El propio mandatario, al señalarlos uno a uno por sus nombres.

Desde Claudia Sheinbaum hasta Juan Ramón de la Fuente, hasta Rocío Nahle. Y así, sucesivamente, hasta contemplar una baraja sucesoria muy nutrida. Accidente del Metro L12, aparte, o incendio en aguas del océano, junto a una plataforma petrolera; el caso es que sólo con ellos, por citar a otro clásico, “la caballada está flaca”.

Y les guste o no, el omitido, sí, el personaje de la semana lo ha sido: Ricardo Monreal, quien, no lo dude, seguirá el protocolo partidista para registrarse como candidato a la Presidencia en tiempo y forma.

Acuso recibo de la réplica del abogado Fernando Martínez de Velasco sobre lo publicado aquí en torno a presuntos conflictos de interés de Margarita de la Cabada, actual vicepresidenta de Normatividad en la CNBV.  El abogado Martínez de Velasco solicita aclarar que nunca trabajó en Banamex, o haber sido jefe de la funcionaria federal.

Al respecto, atendiendo la solicitud, debo hacer dos precisiones:

  1. Martínez de Velasco señala en la página de internet de su despacho “haber tenido a su cargo todo el proceso Fobaproa en Banamex”, lo que claramente induce al lector a entender que trabajaba para dicha institución.
  2. Ambos, De la Cabada y Martínez de Velasco, rindieron cuentas al mismo jefe en el Jurídico de Banamex, quien también fuera socio del despacho aludido.
  3. Reconociendo que pueden existir imprecisiones en la información obtenida a partir de la investigación hemerográfica del caso, y sin poner en tela de juicio la honorabilidad del abogado Martínez de Velasco, lo que aquí se reporta es un posible patrón de conflictos de interés desde hace años de la hoy funcionaria de la CNBV que debiera ser al menos revisado por el equipo del próximo SHCP, el doctor Rogelio Ramírez de la O.

La columna de Lourdes Mendoza Peñaloza se publicó originalmente en El Financiero.

Lourdes Mendoza Peñaloza es una periodista mexicana especializada en finanzas, política y sociales, con más de 20 años de experiencia en medios electrónicos, impresos, radio y televisión.