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¿Se atreverá Donald Trump a poner un impuesto a las remesas? Lo dijo en campaña y lo ha vuelto a decir desde la Casa Blanca. En línea con eso, un representante republicano de Alabama, Mike Rogers, hizo el mes pasado una propuesta para gravar las remesas con una “moderada” tasa de 2 por ciento. Es moderada porque otras versiones hablan de 5, 10 y hasta 20 por ciento.

Cada punto porcentual que se cargue a las remesas podría generar ingresos de hasta 1,350 millones de dólares anuales a las arcas del Tesoro estadounidense. La mayor economía del mundo es también el mayor productor de envíos de dinero al mundo: 135,000 millones de dólares anuales.

Defenderemos las remesas, han dicho la Secretaría de Hacienda y la cancillería. Posiciones similares han asumido los gobernadores de algunos de los estados que más remesas reciben. Las autoridades hacen lo correcto al pronunciarse; para México la recepción de las remesas es un asunto estratégico. Somos el cuarto receptor mundial de remesas. Estas constituyen 2.3% del PIB y son una de las tres fuentes principales de divisas, junto con el turismo y el petróleo. Alrededor de 20% de las familias mexicanas reciben recursos desde Estados Unidos, de forma frecuente, de acuerdo con un estudio del Grupo de Economistas Asociados. En contra de lo que muchos piensan, no son los Estados más pobres del sur los principales receptores de migradólares, sino los de la región Centro Occidente: Michoacán, Guanajuato y Jalisco. “Las remesas son el vínculo más tangible entre migración y desarrollo”, dice el Banco Mundial.

¿Puede Trump imponer ese gravamen? Por desgracia, sí. En Estados Unidos discuten si la propuesta del presidente debe pasar por el Congreso o no, pero no hay controversia sobre la legalidad del impuesto. Hay que tomar en cuenta que en Estados Unidos ya existen gravámenes que son “equiparables” al que se pretende cobrar a las remesas. Hay impuestos por servicios financieros u operaciones inmobiliarias que implican transacciones de un estado a otro. Si lo puede hacer a nivel intranacional podría gravar movimiento de dinero desde Estados Unidos a cualquier país.

Es injusto y agresivo, pero posible. Por eso los envíos de dinero hacia México están registrando alzas importantes desde noviembre, cuando Trump ganó la elección. En noviembre crecieron 24.7%; en diciembre fueron 6% y en enero, 6.3%. Más que una relación causa-efecto entre el triunfo de Trump y las alzas, hay una correlación. Otro factor que ha contribuido al incremento de las transferencias es el deterioro del tipo de cambio del peso frente al dólar.

La aplicación del impuesto sería también disruptora de los mecanismos actuales de envío-recepción de flujos financieros. Se vulneraría un esfuerzo de varios años para construir una red formalizadora de los envíos. El gravamen sería un incentivo muy poderoso para la informalidad y el uso de criptomonedas. ¿Es una casualidad que se haya incrementado el uso del bitcoin en México en los últimos meses?

México se encuentra en estado de alerta por este impuesto y no está solo. Los ingresos adicionales del Tesoro serían agujeros en las finanzas de muchas regiones. Algunos países de América Latina y el Caribe dependen más de las remesas que México. Para El Salvador, son 16.6% del PIB; para Honduras, 18%, y en el caso de Haití, 18%. ¿Se atreverá Donald Trump?…¿Habrá contrapesos?

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