Elecciones 2024
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Los empresarios que ahora aparecen en un video musical de respaldo al virtual presidente electo apostaron a favor de otros candidatos, operaron en contra de Andrés Manuel López Obrador y al final perdieron.

Estuvo en el interés de muchos de estos empresarios convencer o quizá presionar a sus empleados para tratar de reposicionar a los que quedaron en los lejanos segundo y tercer lugares.  Muchos de ellos operaron para tratar de generar coberturas mediáticas negativas y dispares. No lo lograron.

Al tiempo que el entonces candidato puntero daba rienda suelta a su confrontación histórica con los empresarios, a los que no bajaba de traficantes de influencias y delincuentes de cuello blanco. Los llamaba por sus nombres y los amenazaba.

Andrés Manuel López Obrador arrasó y su reacción fue de un enorme pragmatismo conciliador que durante la primera semana tras su triunfo ha traído la expectativa de una transición sorprendentemente tersa.

Los mercados financieros no han comprado los planes del próximo presidente, porque realmente nadie los conoce, pero sí han premiado su actitud madura y apaciguadora con los derrotados, incluido el gobierno de Enrique Peña Nieto.

Y del otro lado, los empresarios del Consejo Mexicano de Negocios, que grabaron ese mensaje en video de reconciliación, patrocinado por el Consejo de la Comunicación, pues no comen lumbre.

Es un hecho, a muchos de esos empresarios que hemos visto en pantalla hablando de seguir adelante, de trabajar juntos, de apoyar al presidente electo, no les gusta la exposición mediática. Pero las circunstancias lo impusieron así.

Hasta ahí todo dentro de lo deseable. Los empresarios han visto pasar a muchos presidentes y ahí querrán seguir cuando termine el siguiente sexenio y el gobierno que llega necesitará de la buena relación con los empresarios y los mercados para llevar a cabo su agenda.

Lo que deben cuidar los empresarios es no confundir la reconciliación, la buena relación, con la sumisión. Ni por miedo, ni por deslumbramiento. Ni por parte de estos emprendedores de las grandes firmas, ni de aquellos que representan a los negocios pequeños y medianos.

Durante la semana pasada el virtual presidente electo se reunió con Juan Pablo Castañón, presidente del Consejo Coordinador Empresarial (CCE). Al terminar el encuentro, en la conferencia de prensa, Andrés Manuel López Obrador dijo que había un punto que no trataron en la reunión pero que en ese momento se lo planteaba al presidente del CCE.

Ahí, frente a las cámaras, López Obrador le sacó un compromiso a Castañón para suscribir el acuerdo de empleo para los jóvenes. El representante empresarial le extendió la mano y suscribió de palabra ese pacto.

López Obrador se manda solo, Juan Pablo Castañón, no. Antes de extender la mano, el presidente del CCE debe consultar a las cámaras y confederaciones, que a su vez deben consultar a sus agremiados.

El gobierno entrante debe delimitar las responsabilidades del sector empresarial, debe indicar de dónde salen los recursos para esas becas laborales. Los empresarios pueden negociar muchas cosas a cambio antes de decir tan fácil que sí.

Una buena relación no implica sumisión, así se trate del virtual presidente electo más poderoso desde los tiempos del partido único.