Dicen los analistas que mensualmente consulta el Banco de México en su encuesta sobre perspectivas económicas que la ausencia de cambios estructurales en este país ya no es un factor que puede contribuir a frenar el crecimiento económico. Y la verdad es que se equivocan. Está claro que estos expertos en economía no desdeñan la … Continued
Dicen los analistas que mensualmente consulta el Banco de México en su encuesta sobre perspectivas económicas que la ausencia de cambios estructurales en este país ya no es un factor que puede contribuir a frenar el crecimiento económico. Y la verdad es que se equivocan.
Está claro que estos expertos en economía no desdeñan la importancia que para la economía nacional tendrá la reforma energética. Ponderan lo largamente acariciada de esta modificación y dimensionan muy bien el impacto positivo que habrá de tener en la segunda mitad de esta década y en adelante.
Pero no pueden dejar de ver que si un lastre tiene la economía para crecer es sin duda la ausencia de un cambio estructural en muchos terrenos de la vida cotidiana.
Podrían empezar por los temas económicos y entender que la ausencia de una reforma fiscal verdadera es un ancla económica. Una modificación fiscal que permita una mayor recaudación y al mismo tiempo que no castigue a los agentes económicos en su papel de impulsores de la economía.
Hace un año cuando la reforma energética se debatía en el Congreso, la treintena de expertos de grupos de análisis nacionales y extranjeros que consulta el banco central consideraban que la falta de cambios estructurales era una de las tres principales causas que podrían frenar el crecimiento.
Hoy no lo ven. Ni siquiera el decálogo de propuestas en materia de seguridad que presentó la semana pasada el presidente Enrique Peña Nieto hizo reaccionar a los economistas sobre la importancia del necesario cambio estructural que implica el respeto al Estado de Derecho.
Quizá merecería un apartado especial que hable de la ausencia de cambios culturales como lastre para crecer.
Como sea, la principal calamidad que toman en cuenta para la economía son los problemas de inseguridad pública, en buena medida resultado de la falta de respeto a las leyes.
Por lo demás, la encuesta correspondiente a noviembre que recién publicó el Banco de México ya no tiene uso para consultar los pronósticos de este año. La información que cobra valor es la que adelanta las expectativas para el 2015.
Del año que está a punto de terminar lo que vale la pena es ver el desempeño de los pronósticos a lo largo de los meses, ver cómo se fue deteriorando la esperanza de crecer de manera dinámica.
Hoy la expectativa es que el Producto Interno Bruto (PIB) termine el 2014 con un crecimiento de 2.14 por ciento. Ése es el promedio hoy de una encuesta que inició el año con una esperanza de crecimiento de 3.40 por ciento y con algunos analistas que adelantaban que la economía podría crecer hasta 4.15 por ciento.
Lo interesante es que en el éxtasis de las reformas que en enero estaban recién aprobadas había algunos expertos en economía que adelantaban que el PIB del 2015 podría crecer hasta 5 por ciento. Hoy algunos pesimistas apenas llegan a 3 por ciento en su estimación para el próximo año.
Pero cuidado, porque hace un año los más negativos calculaban un crecimiento para este año de 2.30 por ciento y hoy son pocos los que creen que se podría llegar hasta ahí.
En fin, las encuestas son sentimientos y ésta que hace el banco central entre analistas del sector privado es una de las más famosas que hay en México.