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La semana pasada la Fed elevó la tasa de interés de referencia en un cuarto de punto para dejarla en un rango de 4.50-4.75 por ciento.

Este movimiento estaba totalmente descontado en el mercado por lo que la atención de los observadores estaba en el tono del comunicado y el contenido de la conferencia de prensa.

En este sentido, las palabras del Chairman de la Fed, Jerome Powell, adoptaron un tono más restrictivo que lo esperado por algunos especialistas, pero en línea con lo anticipado en este espacio.

En concreto, Powell reforzó el mensaje de que la Fed aún tiene trabajo importante por delante en el frente del combate inflacionario, a pesar de la tendencia favorable a la baja que ha mostrado la inflación en los últimos seis meses.

Para este columnista, la traducción de lo expresado por Powell en la conferencia de prensa refuerza lo reflejado en la gráfica de puntos (dot plot), que fue incluida en las proyecciones macroeconómicas publicadas por la Reserva Federal en diciembre, de tres incrementos de un cuarto de punto en la tasa de referencia en la primera mitad del 2023 (el anunciado la semana pasada, seguido de otro en febrero y otro más en mayo) que dejarían la tasa de fondeo en un rango de 5.0-5.25%, nivel en el que se mantendría durante el resto del año.

A pesar de este tono hawkish, el mercado mantiene la expectativa de que después de llegar al rango de 5.0-5.25% en mayo, la Fed bajará la tasa de referencia en el segundo semestre del 2023, en por lo menos, un cuarto de punto y posiblemente medio punto.

La brecha entre las expectativas del mercado y lo que ha intentado transmitir la Fed no es muy grande pero tampoco es trivial.

La diferencia principal entre el escenario planteado por la Fed y el esperado por el mercado es la velocidad a la que bajará la inflación.

Para el mercado, la inflación acelerará su ritmo de descenso considerablemente en las próximas lecturas, dándole espacio a la Fed para ponerle atención a la otra parte de su mandato dual: el pleno empleo. Mientras tanto, el escenario central de la Fed espera un ritmo de descenso más moderado en la inflación y un mercado laboral más resistente.

En este sentido, la semana pasada se publicaron las cifras del mercado laboral de enero, en las cuáles la creación de empleo superó ampliamente las expectativas de mercado.

La nómina no-agrícola añadió 517,000 plazas cuando el consenso de mercado esperaba 188,000. Adicionalmente, la cifra del mes anterior se revisó de 233,000 a 260,000.

Asimismo, la tasa de desempleo bajó de 3.5 a 3.4 por ciento. Por otro lado, el incremento en los salarios promedio por hora se desaceleró en términos anuales al pasar de 4.6% en diciembre a 4.4% en enero.

Estas señales son las de un mercado laboral robusto a pesar del endurecimiento de la política monetaria por parte de la Reserva Federal.

Aunque estos indicadores de empleo tienen cierto rezago y la política monetaria suele tener un efecto retardado en la actividad económica, estas cifras parecen darle espacio a la Fed para seguir elevando la tasa de fondeo y para mantenerla en el nivel máximo de este ciclo durante varios meses.

Aunque hay otros indicadores económicos que muestran debilidad marcada como los relacionados a la construcción de vivienda y los índices manufactureros, el empleo en el sector servicios mantiene una dinámica muy favorable.

Esta dinámica contribuyó, la semana pasada, a que los mercados continuaran su rally al asignar una menor probabilidad al escenario de recesión y apostar más a uno de soft landing.