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Las relaciones con Venezuela entraron ayer en un nuevo canal: el presidente recibió al exmilitar que viene como embajador de la dictadura de Maduro, en coincidencia con el informe de la existencia de 442 menores huérfanos en aquel país, a causa de ejecuciones extrajudiciales.

El acto de recepción coincide, también, con el inicio de conversaciones de Estados Unidos y el número dos del régimen (y algunos integrantes del primer círculo) para que garanticen una salida pacífica a la crisis política venezolana.

Se debe insistir en que México es, después de Cuba, el país que más puede aportar al interés geoestratégico en Venezuela de su gran socio comercial, sobre todo en estos momentos en que oposición y chavismo buscan un acuerdo político en conversaciones que sostienen en Barbados.

Aportar, aunque siempre sabiendo qué hace el régimen del cual acaba de recibir al embajador: ayer, la ONG Monitor de Víctimas informó que, en los primeros seis meses de este año, 442 niños y adolescentes quedaron huérfanos, sólo en Caracas, por asesinatos cometidos por el gobierno.

La ejecución extrajudicial de 501 opositores, por parte de fuerzas de seguridad, en apenas seis meses, convierte a Venezuela en una dictadura feroz allí donde las haya, a diferencia de la cubana, que basa su poder en el control ciudadano, sin derramar sangre bajo ningún concepto.

Y, justo del entorno de las fuerzas de seguridad procede el nuevo embajador en México, el exteniente coronel Francisco Arias Cárdenas, también exgobernador del estado Zulia y exembajador en la ONU. Fue uno de los candidatos en los que pensó Chávez para sucederlo.

El hoy embajador aquí acompañó a Chávez en el golpe de Estado militar de 1992. Era el intelectual del grupo. Ya en el poder, gobernó el estado Zulia, potencia petrolera de Venezuela y sede de las dos refinerías más importantes del país. Así que también sabe de petróleo y de refinerías.

Para suceder a Chávez, figuró junto a Maduro (entonces vicepresidente), Diosdado Cabello (entonces presidente del Parlamento), Elías Jaua (entonces canciller), Rafael Ramírez (entonces ministro de Petróleo) y Adán Chávez (entonces gobernador del estado natal de Chávez).

Así que la llegada de Arias explica la capital importancia que da Venezuela a la relación con México, pues se puede decir que envió al tercer hombre en la escala de poder en el país, después del gobernante Maduro y del presidente de la Asamblea oficialista, Cabello.

Concurren, entonces, situaciones que propician una incidencia de México a favor de un desenlace democrático a la crisis venezolana: la presencia, aquí, de alguien que podría estar hoy en el lugar de Maduro, y la virtual llegada de México al consejo de Seguridad de la ONU.

Como para no dejarlas pasar. La verdad.