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Farol de la calle, oscuridad de su casa

Los verdaderos líderes, son aquellos que saben plantarse en cualquier escenario y ante cualquier personaje, con la seguridad que su personalidad, conocimiento, experiencia y su diplomacia le avalan.

Hasta el día de hoy, cuando nos mencionan a Barack Obama, seguimos recordándolo como uno de los presidentes que supo controlar todo tipo de escenario y circunstancia durante sus dos periodos en los que gobernó a su país.

Los líderes políticos que más sobresalen de manera positiva, son aquellos que entienden la diplomacia con la que deben de comportarse con sus tú a tú y la empatía con la que tratan a la ciudadanía.

Cualquier mandatario, tiene claro su posición cuando se encuentre de visita o de lo contrario, cuando juega el rol de anfitrión. La política en ese sentido es muy sencilla y práctica, lo que debe de hacerse y lo que no.

En estas circunstancias de la política mexicana y nuestra imagen ante cualquier otro país, pareciera que sabemos a la perfección lo que no debemos de hacer porque es lo único que podemos observar en cada visita del presidente Andrés Manuel López Obrador.

En esta gira que está realizando por los países centroamericanos, no fue recibido del todo como le hubiera gustado. Al menos en El Salvador no recibió condecoraciones, ni el mismo alarde con el que los otros jefes de estado le hicieron ver.

De este lado Nayib Bukulele, fue coherente con la personalidad que día a día demuestra en su país y en las redes sociales. Él se sabía anfitrión y tenía claro que “dominar” al presidente mexicano, iba a ser sencillo.

Basta saber un poco sobre su personalidad arrogante y extrovertida, sin ningún tipo de protocolo diplomático, ni mucho menos político.

En la foto oficial que vimos desde el fin de semana, esa en donde los dos mandatarios se saludan y posan hacia las cámaras para evidenciar que el encuentro es y será en las mejores de las condiciones, el anfitrión hizo de las suyas y el nuestro no hizo mucho al respecto.

Andrés Manuel extendió su mano derecha para saludarlo, pero Bukulele no hizo ningún esfuerzo en hacer el mismo ejercicio para tomar de la mano al mexicano.

Bukulele ni siquiera hizo el mínimo esfuerzo por inclinarse y acercarse a él, es decir, no hubo la disposición, de manera corporal, de acercarse a López Obrador y por ende, a demostrar que su visita lo tuvo sin cuidado.

Andrés Manuel fue quien hizo el esfuerzo, Bukulele lo atrajo hacia él. El mensaje es claro “aquí mando yo” y ¡cómo no! si cuando se es el rey de la casa, quien llegue de visita tiene que tenerlo claro.

Eso fue lo que hizo, un presidente mexicano que se para en escenarios ajenos para hablar de un país que ni siquiera está presente, como Estados Unidos.

Nuestro presidente mexicano fue Centroamérica a pasearse y a enviar mensajes al país norteamericano, solo para hacerse creer que es un líder en latino y Centroamérica, pero da la casualidad que no lo es y esa bravura que nos demuestra diariamente en palacio nacional, fue domada por el jovencito de El Salvador.

Si no me cree, solo vea la foto.

La bravura se quedó en el palacio - 7cebb99ca036c724cecbe4ba62b49df81560a20dw-1024x683
EFE/Rodrigo Sura