Por eso ser anfitrión no es para todos, hay quienes prefieren siempre ser visitantes y nunca tener que atender y escuchar con paciencia y empatía a los invitados
Cuando se es anfitrión se tiene la libertad de actuar de cualquier manera, se puede ser servicial, alegre, chistoso o apático, grosero e intolerante ante cualquier comentario o actitud de los invitados; y claro con el debido poder que siente al ser quien recibe en su territorio, puede apagar la luz cuando se le de la gana y correr a todos en un parpadeo.

Por eso ser anfitrión no es para todos, hay quienes prefieren siempre ser visitantes y nunca tener que atender y escuchar con paciencia y empatía a los invitados.
Ese, es Vladimir Putin, presidente de Rusia y uno de los hombres con las facciones más duras dentro del círculo de mandatarios en el mundo.

Siempre se le ve tenso, su cuerpo se mantiene firme todo el tiempo, continuamente se le ve caminando con los puños cerrados, como si estuviera a la defensiva o listo para golpear a quien sea necesario y sobre todo, a quien se le interponga en el camino y por eso, nadie lo hace.
Es también uno de los hombres que no emite algún tipo de emoción desde su rostro, pero que cuando quiere hacerlo, así sean contadas veces, lo sabe hacer muy bien.
Es inquebrantable y lo que piensa, lo plantea y si lo presenta, es que hay que llevarlo a cabo. Dudo que alguien se atreva a plantearlo a medias o que haya posibilidad de dejarlo a él en un lugar que no sea el del más poderoso y el único.

Nosotros a lo lejos, estamos siendo testigos de la crisis entre Ucrania y Rusia y de la intervención de países como el de Estados Unidos para desacelerar las acciones militares por parte del país ruso.
Putín recibió el día de hoy al presidente de Francia, Emmanuel Macron quien llegó con la actitud de ser un intermediario del resto de Europa para atemperar los ánimos de ataque por parte de Rusia, pero lo que recibió desde un inicio al llegar fueron señales de no ser bienvenido.
Macron llegó al aeropuerto y de acuerdo a la diplomacia, siempre se presenta la comitiva de bienvenida del país que recibe para darle la bienvenida al jefe de estado y a su equipo, para después de allí partir a cubrir la agenda.
Pues en esta ocasión, el francés y su delegación no fue recibida por nadie, siendo ignorado casi por completo como un acto oficial, o mejor dicho, como un acto que en realidad fuera de importancia para los rusos.

Todos vimos el día de hoy circular en redes la imagen de ambos mandatarios sentados frente a frente en una mesa tan larga que sería imposible contagiarse de Covid aunque alguno de ellos estornudara.
La frialdad y aversión por parte de Vladimir Putin hacia Macron, estaba más que escrita por todas partes. Al menos, todos la veíamos.
Hoy es imposible presentar solo una imagen en esta columna, por lo que si usted cree que quizá la escena que capturaron los fotógrafos en donde ambos tienen un rostro de dureza y molestia, en especial el francés, fue una casualidad o solo un microsegundo, la siguientes imágenes que le presento se lo dejarán claro.
5 fotografías en donde el presidente ruso dejó claro que la opinión de Francia ni le viene ni le va, que lo que él decida es lo que se hará y que por lo tanto, la visita ha sido un rotundo fracaso.
Es él quien está sentado en la punta de la mesa blanca con los audífonos del traductor y su cuerpo mostrando el desinterés por completo, inclinado, con las manos por debajo de la mesa, porque si quisiera actuar en conjunto, las tendría sobre y no allí escondidas, y la mirada que proyecta que “ese” quien habla, no sabe en realidad nada.
La siguiente serie de cuatro imágenes durante la conferencia de prensa que ofrecieron y los gestos cuando escuchaba a Emmanuel Macron presentando la postura de preocupación y de mediador para encontrar una solución que no ponga, no solo a Europa de cabeza, sino al mundo entero.

Es el mismo hombre que vemos serio e impenetrable, el que mira hacia abajo buscando distraerse, el que también levanta la mirada al cielo rogando que esto acabe y porque lo que escucha se le asemeja a cualquier estupidez y la fotografía más clara del desdén, es donde está viendo el reloj en señal de estoy perdiendo mi tiempo, es mejor que esto acabe.
Pero cuando él habla, es necesario que todos lo escuchen y que les quede claro que en su casa manda él y si no miren su cuerpo erguido, firme, con la mirada directa y enfatizando con la mano derecha su postura ante el conflicto contra Ucrania.
Para muchos, esto es una falta de respeto y de diplomacia, pero siendo el anfitrión tiene ese absoluto poder de tratar como él quiera a quien lo visita en su casa.
Eso sí, terminó diciéndole al país de visita “Se tiene una preocupación común sobre la seguridad en Europa, y quiero agradecerte que Francia siempre haya tomado una posición muy activa en las principales decisiones”.
Hasta allí la visita, o sea “gracias por venir, puedes llevarte tus opiniones también.”
Ni hablar, el que es anfitrión manda.