Elecciones 2024
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En Estados Unidos, el presidente Donald Trump parece entender, aunque sea un poco, que los efectos de sus guerras comerciales pueden afectar el desempeño de la economía.

Es algo que le importa mucho, sobre todo porque una eventual desaceleración puede cruzarse con sus planes de conseguir la reelección a la Presidencia en noviembre del próximo año.

Y es que falta tanto tiempo que se antoja difícil que en ese largo camino no haya un impacto, sobre todo del conflicto comercial que mantiene con China.

No dudará en inyectar los esteroides fiscales que tenga a su alcance, un segundo paquete de estímulos tributarios y todo lo que él pueda desde su posición de presidente.

Hay medidas presupuestales que no le darán los demócratas del Congreso bajo ninguna circunstancia. Pero también hay medidas de carácter monetario que no dependen de él, sino del autónomo banco central estadounidense.

Son públicas las presiones de Donald Trump en contra del presidente de la Reserva Federal (Fed), Jerome Powell. Incluso, en algún momento intentó remover de su cargo al titular de la Fed, a pesar de que el propio presidente Trump lo nominó para ese puesto.

Es evidente que en ese intento de mantener la economía caliente el republicano no tiene mucho interés en la vertiente del control inflacionario, que tiene como función dual la Fed.

Trump se ha relajado un poco en sus ataques al banco central porque el discurso de la Fed tuvo que cambiar hacia uno más laxo, justo lo que quiere el presidente.

La más reciente decisión de política monetaria apunta a que pronto, quizá este mismo verano, inicie un proceso de baja en las tasas de interés. Y esto no responde a que se dejaron doblar los integrantes del Comité de Mercado Abierto de la Fed por las presiones de Trump, sino porque ya vieron las consecuencias negativas de la guerra comercial de la Casa Blanca en el desempeño económico.

Y la Fed tiene esa doble función de mantener la inflación a raya, pero también de procurar el pleno empleo.

En México, el banco central no tiene esa doble cachucha. Su misión prioritaria es mantener el poder de compra de la moneda. Por lo tanto, no tiene la obligación de enfocar su política monetaria hacia un objetivo diferente.

Banxico sí ha recibido algunas insinuaciones sobre el alto nivel del costo del dinero desde el poder presidencial, pero nada que ver con la campaña de acoso de Trump a la Fed.

Quizá en primer lugar porque acá el presidente Andrés Manuel López Obrador tiene otros datos que indican que vamos requetebién en materia de crecimiento, consumo, industria, creación de empleos, tipo de cambio e inflación.

Por lo tanto, no tendría razones para quejarse del manejo monetario del Banxico. ¿O sí?

Y quizá, en segundo lugar, puede sonar muy fifí y neoliberal que el presidente pudiera referir que los niveles actuales del costo del dinero interfieren con las posibilidades de expansión del Producto Interno Bruto.

Hasta hoy, la autonomía del Banxico aparece intacta. Sus consideraciones son propias de una Junta de Gobierno que hoy es más heterogénea que nunca, pero las mayorías se respetan.

Y ciertamente las condiciones todavía no dan para un regreso inmediato de las tasas de interés hacia la neutralidad, porque no se han disipado del todo las presiones inflacionarias. Así que más le vale al Banxico sabiduría y al gobierno federal paciencia.

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