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Por varias horas, durante la tarde noche del pasado domingo 28, las operaciones aéreas en el Valle de México quedaron atoradas -literalmente- en un embudo.

En las calles de rodaje del aeropuerto de la Ciudad de México, más de una veintena de aeronaves esperaban autorización de salida utilizando la única pista disponible, la denominada 05 izquierda-23 derecha. El problema es que no tenían comunicación con la torre de control terrestre.

Mientras, en el aire, otra veintena de aviones -varios procedentes de Europa- realizaban los llamados “patrones de espera de 360 grados”, es decir, volar en círculos sobre el estado de México e Hidalgo, en tanto se resolvía el problema en tierra en la terminal de la Ciudad de México.

Ni podían salir con regularidad del aeropuerto, pero tampoco podían bajar los aviones, aún con la desesperación de pilotos que reportaban bajos niveles de combustible que le impedían seguir haciendo los “patrones” o que solicitaban que se les asignaran sitios alternos, como el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles.

El problema siempre estuvo en el control de tráfico terrestre que causó una fuerte presión a los controladores de SENEAM asignados a las operaciones de aproximación que tienen los radares de tráfico en aire, los cuales mantuvieron comunicación constante, tensa y, en ocasiones agresivas, con los pilotos que demandaban una explicación y tiempos de terminación de la contingencia.

La torre de control terrestre del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México, según el reporte oficial, fue alcanzado por un rayo que afectó todas las comunicaciones por radio.

En esa torre hay 3 frecuencias centrales a través de las cuales se mantiene la comunicación con aviones, helicópteros, algunos transportes de servicios con el objetivo de controlar todas las operaciones en calles de rodajes y pistas, así como la parte final previa a la llegada a posiciones de embarque/desembarque en las terminales 1 y 2.

Durante la fase crítica de la contingencia, que duró alrededor de dos horas, varias de las operaciones terrestres fueron apoyadas desde la torre cercana a la terminal 2 que tiene alcance limitado y la vieja torre situada en la terminal 1.

Pero ello resultó insuficiente en el momento más complicado de la contingencia por lo que, según líderes del sindicato de controladores aéreos, se debió echar mano de comunicaciones a través de mensajes por celular para transmitir las instrucciones a través de las frecuencias de aproximación.

Al final, se dio prioridad a los vuelos trasatlánticos o que reportaban bajos niveles de combustible, para obtener la autorización de desvío a sitios alternos.

El colapso por las demoras duró varias horas.