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La 4T no tiene un conjunto claro de objetivos, es un gobierno lleno de contradicciones y luchas de poder. Nada nuevo con este diagnóstico, más allá de que la fuente brota desde las entrañas del propio gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Hay contradicciones y omisiones del gobierno federal que han sido claras desde el principio para muchos que han visto la falta de pericia, de conocimiento y hasta de sentido común en la toma de decisiones, lo que ha costado muy caro al desarrollo del país.

Pero que cada vez más integrantes de esa llamada cuarta transformación lo digan con tal claridad, puede ayudar a que al menos algunos feligreses se den cuenta de la falta de rumbo en este sexenio.

El nuevo escándalo apunta al secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales, Víctor Manuel Toledo, sus palabras son una fuerte crítica interna, con conocimiento de causa, de lo que claramente es una fachada sin estructura.

Pero es la misma línea que han marcado anteriormente otros ex integrantes de ese espejismo transformador, como Carlos Urzúa, ex secretario de Hacienda; Germán Martínez, ex titular del IMSS. E incluso uno de los más dañinos y retrógradas ex funcionarios del equipo cercano: el ex titular de Comunicaciones y Transportes, Javier Jiménez Espriú. Esas y otras tantas renuncias que con palabras claras o veladas apuntan en el mismo sentido de la desilusión.

Uno de los primeros episodios que evidenciaron esa carencia de objetivos y las luchas intestinas en la 4T fue la consulta amañanada para echar para atrás la construcción del aeropuerto de Texcoco.

En ese episodio quedó claro que, efectivamente, de un lado estaba Alfonso Romo, el jefe de la oficina de la presidencia, quien con todas sus letras había asegurado que el proyecto continuaba. Y del otro lado, ese grupo menos visible pero más influyente que convenció al presidente López Obrador de tomar una mala decisión que terminaría con su sexenio antes de empezarlo.

Hay que ver, por ejemplo, que la Inversión Fija Bruta inició una muy clara tendencia a la baja desde la cancelación del aeropuerto y hasta el inicio de la pandemia. Porque lo que le pasó a ese indicador en abril y mayo pasados no fue una baja, fue un derrumbe total. Y la desconfianza hará que la recuperación sea insuficiente para cubrir las necesidades de inversión productiva del país.

Así ha sido todo este tiempo, de un lado el grupo que desprecia a los empresarios energéticos y del otro, el grupo que acuerda con los empresarios de los medios. Y en medio de las contradicciones todos los agentes económicos que ven los estragos de la 4T en el país.

Queda claro que se han impuesto los que promueven las ideas más rancias y dogmáticas. Pero por alguna razón el Presidente mantiene en su primer círculo a personajes moderados y sensatos, lo que deja dudas sobre la calidad del liderazgo.

Y de paso, claro, evidencia la falta de dignidad, o exceso de miedo, de los que nunca son escuchados y son apabullados, para presentar sus renuncias.