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Hacia finales de mayo dedicamos una edición de Sin Fronteras a analizar el fenómeno de una disminución drástica e inédita en la volatilidad en los mercados. En esa ocasión mencionamos que después de un breve episodio de volatilidad observado a principios de este año, los mercados habían mostrado una tendencia alcista prácticamente ininterrumpida, caracterizada por niveles de volatilidad históricamente bajos.

Uno de los indicadores comúnmente utilizados por los mercados para medir la volatilidad es el índice VIX. Dicho índice es elaborado por el Chicago Board of Options Exchange y mide la volatilidad implícita de las opciones del índice S&P 500 en tiempo real. El índice se expresa como un porcentaje de la expectativa de variación en el S&P 500 durante los próximos 30 días. Entre más alta sea la cifra, mayor es la volatilidad esperada, hacia abajo o hacia arriba.

En aquella ocasión, destacamos que el VIX se ubicaba en 11.5, cifra muy inferior al nivel promedio histórico de 20. Asimismo, apuntamos que aún durante el repunte del nerviosismo a principios de año el VIX apenas llegó a un máximo de 21.44.

Durante casi todo junio y julio, los mercados siguieron marcando nuevos máximos históricos en medio de una prolongada ausencia de volatilidad, con el VIX oscilando alrededor de 11. A los ojos de los inversionistas, esta situación se ha dado por cinco factores fundamentales:

i) Un optimismo cada vez menos cauteloso en cuanto a la situación del crecimiento económico en EE.UU; ii) mayor certeza de que los escenarios más disruptivos para la zona euro han sido evitados; iii) la ausencia de un escenario de disfuncionalidad gubernamental en Estados Unidos; iv) la ausencia de riesgos geopolíticos mayores, y sobre todo v) la convicción de que la Fed mantendría las tasas de interés en niveles históricamente bajos por un periodo prolongado de tiempo.

En esa ocasión, también subrayamos que, al parecer, los mercados estaban actuando de manera complaciente, descontando un escenario perfecto donde los choques externos brillaban por su ausencia.

Adicionalmente, mencionamos que históricamente, era difícil encontrar periodos prolongados en los cuales el VIX se mantuviera por debajo de un nivel de 15 y que los mercados parecían vulnerables a un ajuste ante la más mínima amenaza de un choque externo.

Con el comienzo de agosto llegaron algunos cambios fundamentales que provocaron un alza en la volatilidad y un ajuste en los mercados. Por un lado, los riesgos geopolíticos han aumentado debido a las tensiones entre Rusia y Ucrania y la respuesta por parte de Estados Unidos y la Unión Europea al imponer sanciones económicas al régimen de Vladimir Putin. Por otro lado, la escalada en la violencia en la franja de Gaza también ha contribuido a elevar el perfil de riesgo a nivel geopolítico.

Adicionalmente, la mejoría en el desempeño de la economía americana, un pequeño repunte en la inflación en ese país y un discurso menos dovish por parte de la Fed, han provocado una mayor sensación de que el banco central podría verse forzado a incrementar las tasas de interés antes de lo anticipado.

A pesar del repunte de los últimos días en la volatilidad, el índice VIX apenas llegó a un nivel máximo de 17 de manera momentánea para después oscilar entre 15 y 16, aún por debajo de su promedio histórico de 20 y muy por debajo de los niveles máximos de los últimos cinco años que alcanzaron 40 unidades en el 2012. Aunque una situación de nuevos máximos se ve muy lejana, es más probable que la volatilidad comience a acercarse más a su promedio histórico de 20 a que se mantenga en los mínimos de los últimos meses.