Elecciones 2024
Elecciones 2024

Muchos de los métodos probados con éxito en Texas podrían ser aplicados en el norte de México, sin necesidad de hacer ajustes significativos.

La extracción de petróleo y gas por métodos no convencionales vive un segundo auge. Ésta es una de las principales razones por las que el precio del petróleo ha bajado en las últimas semanas. Más allá de los eternos desacuerdos de la OPEP, el factor que más ha pegado a los petroprecios es el mejoramiento de los métodos de producción en Estados Unidos.

En el 2014, el precio promedio de producción del barril del petróleo en las áreas de Permian Basin en Dakota e Eagle Ford en Texas era de 59 dólares. En esos estados, se encuentran los principales yacimientos de petróleo y gas shale, susceptible de ser explotado por métodos no convencionales. En respuesta a la caída de los precios que se vivió en el 2014, los productores estadounidenses hicieron esfuerzos para bajar costos y tuvieron la fortuna de encontrar métodos mucho más eficientes. Los costos son ahora inferiores a los 30 dólares.

Los analistas de la industria hablan de un refracking, concepto que agrupa la segunda ola de explotación de pozos que habían dejado de ser rentables con precios menores a los 60 dólares. La consecuencia es que Estados Unidos produce ahora 9.3 millones de barriles diarios. Esta cifra está muy cerca de su récord histórico y es suficiente para reventar el pacto de la OPEP.

En el mundo de las explotaciones no convencionales, ha habido una mejora en la explotación de los pozos, dice un informe de Wood Mackenzie. En la fragmentación o fracking, hay un uso más intensivo de arena y agua que permite que un pozo sea 25 por ciento más productivo. Otra factor que pesa mucho es el desplome en el precio de los proveedores de maquinaria y también la fuerte reducción de los precios de los servicios a la industria.

¿La revolución shale es un asunto estadounidense o será un fenómeno global? Ésta es una de las cuestiones más relevantes para un país como México, que tiene las sextas mayores reservas no convencionales del planeta. Por desgracia, no hay una respuesta fácil. Estados Unidos tiene una mezcla de factores que no son reproducibles en otros lados del mundo: acceso a equipos y tecnologías sofisticadas; personal calificado; mercados de capital que impulsan proyectos de riesgo y un marco regulatorio propicio.

En el caso de México, hay un nuevo marco legal y se cuenta con la ventaja de que la zona a explotar, ubicada en Coahuila y Nuevo León, es geológicamente idéntica a la zona sur de Texas, Eagle Ford. Esto quiere decir que muchos de los métodos probados con éxito en Texas podrían ser aplicados en el norte de México, sin necesidad de hacer ajustes significativos.

Más allá de la tecnología, el camino está lleno de obstáculos. El proceso de fragmentación requiere el uso de cantidades enormes de agua que no existen en las áreas “bendecidas” con las reservas de shale. El debate aquí no ha comenzado porque la explotación del shale suena a cosas que solo ocurren en otros lados. Atención: el reglamento para la explotación de las reservas no convencionales en México ya está casi listo. Entre otras cosas, falta la opinión técnica de la Conagua. En puerta, está una discusión sobre cuál es el mejor uso del agua: proyectos petroleros, abasto de las poblaciones u otros usos como el agrícola. El debate llegará pronto porque producir petróleo shale es más barato que en aguas profundas.