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El día de ayer en Washington DC comenzó la cuarta ronda de negociaciones para la renovación del Tratado de Libre Comercio de Norte América (TLCAN) entre los representantes de Canadá, Estados Unidos (EU) y México. Las pláticas se dan en un marco de creciente incertidumbre sobre el futuro del acuerdo comercial.

A pesar de que las premisas de la renegociación están basadas en mantener el intercambio comercial libre de barreras arancelarias, la obsesión de la administración Trump por reducir el déficit comercial de EU con Canadá y México amenaza el futuro de la relación comercial entre los tres países.

La incertidumbre ha sido alimentada por las renovadas amenazas de Donald Trump de terminar el acuerdo si no se alcanzan las demandas trazadas por Estados Unidos y por la táctica de los negociadores estadounidenses de postergar la discusión de los temas más álgidos. Sin embargo, cada vez existen más señales de que las exigencias de Estados Unidos en diversos temas podrían ser inaceptables para Canadá y México.

La vacilación sobre el futuro del TLCAN ha llegado a tal nivel que la principal agrupación empresarial de Estados Unidos, el US Chamber of Commerce, ha levantado la voz firmemente para expresar su preocupación sobre las exigencias de la administración Trump en la negociación. El US Chamber of Commerce tiene una gran capacidad de cabildeo en el Congreso de Estados Unidos, ya que agrupa a más de 3 millones de negocios de todos los tamaños y con presencia en todos los sectores y regiones.

Durante una presentación en la Ciudad de México el martes, el director y presidente del US Chamber of Commerce, Thomas Donohue, destacó la importancia del TLCAN para la región y advirtió que las exigencias de la administración Trump podrían condenar al acuerdo y generar consecuencias muy negativas para varios sectores de la economía regional. Para Donohue, hay varias exigencias de Estados Unidos que condenarían el acuerdo, siendo las principales las siguientes: i) incrementar el contenido de origen del sector automotriz de 62.5 a 85% y que el contenido estadounidense sea de por lo menos 50%, ii) incluir una cláusula de terminación del acuerdo en la que cada cinco años los tres países tengan que ratificar su permanencia para que el acuerdo siga vigente, iii) los mecanismos de resolución de disputas, y iv) los límites a proveedores extranjeros para participar en licitaciones gubernamentales.

Donohue criticó severamente la inclusión de la reducción del déficit comercial de EU como objetivo principal de la renegociación. Donohue también enfatizó el daño que la desaparición del TLCAN causaría para las industrias de agricultura y manufactura en Estados Unidos. Los líderes empresariales en aquel país tienen muy claro que México es el destino más importante para sus exportaciones y que el comercio entre México y Estados Unidos no es simplemente un intercambio de bienes terminados; el intercambio ocurre dentro de cadenas de suministro integradas donde hay valor agregado en cada etapa de la producción.

El TLCAN ha permitido la integración de cadenas productivas y ha incrementado la competitividad de América del Norte como región. Aunque hay muchas voces dentro de la Casa Blanca y el propio Partido Republicano que apelan a la razón y los hechos para mantener el TLCAN, el creciente enfrentamiento entre Trump y su propio partido, y la necesidad de cumplir sus promesas de campaña para alimentar a su base han incrementado el riesgo de que el acuerdo no sobreviva.