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Cancelar el aeropuerto de Texcoco era un capricho presidencial; y construir una refinería en Tabasco, también. Por lo tanto, cualquier señal en sentido contrario, así sea de sentido común, hay que tomarla solamente como un buen deseo.

Por algunas horas el subsecretario de Hacienda y Crédito Público, Arturo Herrera, encendió una luz de sensatez del gobierno de Andrés Manuel López Obrador y los mercados creyeron que realmente se podría hacer lo correcto.

Arturo Herrera declaró al diario británico Financial Times que la construcción de la refinería Dos Bocas en Tabasco se suspendería y que de los recursos asignados en el presupuesto de este año, por 50,000 millones de pesos, unos 2,500 millones de pesos serían destinados al impulso de la producción de petróleo.

Justo el diagnóstico de los expertos: hacer que Petróleos Mexicanos (Pemex) se dedique a su negocio, atienda sus problemas de deuda y entonces salve su viabilidad financiera.

La degradación crediticia que recetó Fitch Ratings a la deuda de Pemex, hasta un escalón antes del papel basura, llegó acompañada de la preocupación por los planes de construir precisamente esa refinería, en terreno pantanoso, lejos del principal centro de consumo de sus productos finales, dañina en términos ecológicos y sobre todo en momentos en que la petrolera mexicana debería concentrarse en mejorar su precario estado de salud financiera.

Por supuesto que las palabras del subsecretario de Hacienda tenían sentido y así se asumieron, como una buena señal.

Pero lo dicho, para el presidente hacer una refinería en su estado de origen y construir un tren que pase por su estado natal son proyectos a los que no va a renunciar. Aunque eso le pudiera costar la estabilidad financiera al país entero.

Fue el propio presidente el que le corrigió la plana a su subordinado y en la conferencia de prensa mañanera de ayer insistió que la refinería de Tabasco va, sí o sí.

Y como este gobierno ama los fetiches, la convocatoria para la licitación restringida para la construcción de la refinería de Dos Bocas se lanzará el 18 de marzo, el día del aniversario de la expropiación petrolera del expresidente Lázaro Cárdenas. El presupuesto inicial es de 8,000 millones de dólares, algo así como 160,000 millones de pesos.

Además, mandó de inmediato a los medios a la secretaria de Energía, Rocío Nahle, a decir que no hay marcha atrás en la construcción de la refinería que los expertos en el tema ven como totalmente inútil.

Este episodio dejó ver que al interior del equipo presidencial hay visiones diferentes que se contraponen y que pueden llegar a generar conflictos en torno al presidente. De un lado están los funcionarios de la Secretaría de Hacienda, que seguro no duermen pensando en cómo cuadrar tanta ocurrencia, y del otro los que alimentan los caprichos presidenciales.

Así, la cordura y la sensatez en materia de inversiones en el sector energético le duró unas cuantas horas al gobierno de López Obrador. Por un momento parecía que el gobierno actual entendía la condición extrema en que se encuentra Pemex y que actuaría en consecuencia.

Pero no. Todo parece indicar que hay un jaloneo interno que claramente van perdiendo los moderados. Cuesten lo que cuesten los proyectos presidenciales van y la refinería en el terruño presidencial está en primer lugar.