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Es tan claro y tan concreto como esto: Citigroup, el dueño de Banamex, recomienda a los inversionistas vender sus pesos y comprar dólares o euros. Así de fácil, así de claro.

Mantienen su validez las palabras de las autoridades financieras mexicanas de que no hay una corrida especulativa en contra del peso, de que no hay un ataque directo contra la moneda. Pero lo que sí hay, y sin tapujos, es una recomendación de deshacerse de los pesos, ¡ya!

Además, la manera como Dirk Willer, estratega de Citigroup en Nueva York, explica las consultas que le hacen en torno al peso mexicano no deja dudas de la confusión que provocan los discursos encontrados respecto de la situación económica mexicana.

Dice, y quizá exagera, que en miles de llamadas le preguntan por qué está el peso tan golpeado si los datos económicos mexicanos están tan bien. Su respuesta es que eso no es correcto, que la historia local no es tan buena.

Las autoridades mexicanas insisten en explicar que todo viene del exterior, que los precios del petróleo son un factor externo, que la política monetaria de la Reserva Federal influye y que los problemas económicos de China están en China, pero le pegan al mundo.

Pero, al mismo tiempo, hay analistas que abiertamente declaran, como éste de Citigroup, que hay factores internos del tamaño de los desequilibrios de las cuentas públicas que son suficientes para vender los pesos y comprar dólares.

Ya en algún momento de la historia financiera reciente del país, la negación fue uno de los factores que contribuyeron a perfilar una crisis profunda. A mediados de los 90, el sueño primermundista se topó de frente con la realidad de un desorden financiero.

Y si bien hoy estamos lejos, muy lejos, de esos días de desorden en las finanzas públicas, una actitud de negación de lo que es tan evidente no ayuda.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y el Fondo Monetario Internacional (FMI) con frecuencia hacen recomendaciones a México para reforzar su sistema financiero. Pero no lo hacen con la claridad de Citigroup, que le dice a sus inversionistas que vendan sus pesos, porque México no crece y tiene problemas con su cuenta corriente.

De aquí a septiembre, en que el gobierno federal tiene la oportunidad de plantear al Congreso no sólo una iniciativa presupuestal ejemplar para el 2017, sino medidas de carácter estructural para aumentar sus ingresos, lo que queda es recargarse en la política monetaria.

La advertencia del Banco de México es clara y constante, lo que no se resuelva desde el terreno de la política fiscal se tiene que compensar desde el doloroso terreno monetario. Y es doloroso, porque subir el costo del dinero corre en contra de un crecimiento que es incipiente.

Pero esa suerte fenomenal, de estudio académico, de mantener aislada la inflación general de una depreciación tan fuerte no es algo permanente.

Hay una exigencia del mercado por un premio mayor por mantener en su poder los pesos en sus portafolios. Un rendimiento que es adicional a la reacción que se debe tener a la política monetaria de Estados Unidos.

Así que con la claridad con la que Citigroup dice que hay que vender los pesos y comprar dólares, con esa misma claridad el gobierno federal debería dar pasos de corrección de sus desequilibrios fiscales.

A la par que el Banco de México quizá tenga que aplicar una medicina correctiva para evitar daños más permanentes, provocados por aquellos que preventivamente hoy están vendiendo sus pesos mexicanos.