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El precio del barril de petróleo (WTI) cerró la semana pasada por debajo de 84 dólares, su nivel mínimo en los últimos dos años. Este cierre representa una disminución de aproximadamente 15 por ciento en lo que va del año y una caída de 22 por ciento con respecto a su máximo en los últimos 12 meses de 108 dólares establecido en junio.

Aunque el precio del petróleo ya estuvo cerca del nivel actual en el 2012, esto ocurrió de manera muy temporal, ya que en ese año el precio del crudo promedió 95 dólares.

Tendríamos que remontarnos hasta el 2010, cuando la economía global se encontraba en las primeras instancias de incipiente recuperación, para encontrar un precio por debajo de los 85 dólares de manera consistente.

La fuerte caída del precio del petróleo en las últimas semanas está estrechamente correlacionada a la fortaleza del dólar y sobre todo a la creciente evidencia de que la actividad económica a nivel global, con la excepción de Estados Unidos, está en proceso de desaceleración.

El comportamiento del precio del petróleo, como el de casi cualquier bien, es determinado por las fuerzas de la oferta y la demanda. Sin embargo, en el corto plazo, la demanda juega un papel más influyente en la formación de precios que la oferta.

Esto se debe a que la oferta de petróleo a nivel global varía de manera gradual —salvo cuando hay choques relacionados con eventos geopolíticos que restringen o amenazan con restringir la oferta de petróleo—, mientras que la demanda es altamente sensible a los ciclos económicos.

Aunque el principal consumidor de energía a nivel global, Estados Unidos, se encuentra en una etapa de recuperación económica cada vez más robusta, la disminución en la demanda ligada a la desaceleración en Europa, China y otros mercados emergentes ha pesado más en las últimas semanas.

A pesar de la disminución en la demanda de petróleo ligada a la desaceleración en la economía global en el mediano plazo, el precio del petróleo está muy bien soportado desde el punto de vista fundamental.

Por el lado de la oferta, aunque las energías renovables siguen ganando terreno, en muchos casos la producción de energía a base de combustibles fósiles sigue siendo la más viable desde el punto de vista económico.

De acuerdo con información del World Energy Outlook, los combustibles fósiles representan 82% de la energía total producida, cifra idéntica a la de hace 25 años.

El incremento esperado en la producción de energías renovables podría disminuir la participación de los combustibles fósiles a 75 por ciento para el 2035, lo cual implica que la producción de combustibles fósiles tiene que aumentar de manera considerable durante los próximos años para poder satisfacer la creciente demanda de energía.

Del lado de la demanda, se estima que la demanda primaria de petróleo podría crecer aproximadamente 40 por ciento durante los próximos 20 años, mientras que del lado de la oferta se estima un crecimiento similar pero dependiente de inversiones considerables en exploración y en nuevas tecnologías que incrementen y hagan más eficiente la capacidad de extracción de crudo.

En el corto plazo y mientras el sentimiento predominante en los mercados sea el de una creciente fragilidad en el ritmo de recuperación económica, será difícil ver una recuperación sostenible en el precio del petróleo.

En el mediano plazo deberíamos ver una recuperación en el precio del petróleo a niveles por arriba de los 90 dólares.