Elecciones 2024
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El peso mexicano ha tenido un buen desempeño en las últimas semanas, continuando con la volatilidad que ha caracterizado su comportamiento en los últimos 12 meses.

La paridad peso-dólar pasó de un mínimo de 17.99 a mediados de abril del 2018 a un máximo de 20.84 en junio.

Sin embargo, después de las elecciones, el peso se apreció hasta 18.46 unidades en los primeros días de agosto para luego depreciarse de nuevo hasta 19.40 al comienzo de septiembre.

Posteriormente, el peso registró un breve periodo de apreciación con la cotización frente al dólar llegando a niveles de 18.70 a mediados de octubre.

Desafortunadamente, esta apreciación se vio abruptamente revertida con el anuncio de la cancelación del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) que llevó la paridad peso-dólar a 20.32 al cierre de octubre.

Después de este sobresalto, el peso siguió depreciándose hasta alcanzar 20.60 pesos por dólar a finales de noviembre, su nivel máximo desde finales de junio.

A partir de ese máximo, la paridad se ha recuperado, rompiendo el piso de los 19 pesos por dólar a mediados de enero y posteriormente rebotando hasta 19.55 el 7 de marzo.

Desde esa fecha, el peso se ha apreciado nuevamente, rondando de nuevo el nivel de los 19 pesos. La volatilidad que ha enfrentado el peso en los últimos 12 meses se ha dado por factores externos e internos.

La debilidad observada entre abril y junio del 2018 se puede atribuir mayoritariamente a una apreciación generalizada del dólar y en menor medida a la falta de avances en la renegociación del TLCAN.

No obstante, el peso recuperó parte del terreno perdido entre abril y junio en las dos semanas previas a la elección y la tendencia positiva continuó después del resultado electoral del 1 de julio y hasta mediados de agosto.

Durante agosto, la percepción de una falta de avances concretos en la renegociación del TLCAN, aunada a un incremento en la volatilidad a nivel global, explicó en gran parte el periodo de debilidad observado entre agosto y septiembre.

Sin embargo, el peso tuvo una breve luna de miel entre mediados de septiembre y mediados de octubre, impulsado por la conclusión de la renegociación del TLCAN. Dicha luna de miel fue abruptamente revertida, primero por una apreciación generalizada del dólar y posteriormente por factores internos como el anuncio de la cancelación del proyecto del NAIM y la amenaza de diversos cambios legislativos, incluyendo la propuesta para regular las comisiones bancarias.

A estos anuncios siguió un periodo de fuerte incremento en la aversión al riesgo en los mercados globales que a su vez generó una considerable apreciación del dólar a nivel generalizado. Este episodio contribuyó a que nuestra moneda llegara a su nivel más débil desde junio en diciembre del año pasado.

No obstante, la aversión al riesgo a nivel global comenzó a disminuir cuando la Fed dio a entender a los mercados que no seguiría restringiendo su política monetaria, detonando una depreciación del dólar a nivel general, lo cual ayudó, en conjunto con el incremento en la tasa de interés objetivo de Banxico de diciembre, a que nuestra moneda recuperara buena parte del terreno perdido desde mediados de octubre.

Esta apreciación duraría poco, ya que en la segunda mitad de enero vino la reducción en la calificación crediticia de Pemex y a principios de marzo el anuncio de cambio en perspectiva para la calificación crediticia de México, lo cual llevó la cotización peso-dólar a 19.55.

La apreciación del peso en las últimas semanas está más relacionada a factores externos que internos, ya que el desempeño de nuestra moneda frente al dólar es muy similar al de otras monedas emergentes.

Los mercados estarán muy atentos a factores internos que podrían incidir de manera negativa en nuestra moneda como las calificaciones crediticias a nivel país y de Pemex. Aunque las tasas que pagan los bonos de Pemex y los bonos soberanos ya tienen parcialmente descontada una reducción en la calificación, el mercado cambiario aún no.