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La autoridad mide más el enojo político que el daño a los alveolos pulmonares. El jefe de Gobierno y su encargada de salud salieron a correr despreocupados, en lugar de trabajar horas extra en la emergencia que significó la contingencia.

Dice la Organización Mundial de la Salud que el exceso de ozono en el aire puede causar problemas respiratorios, provocar asma, reducir la función pulmonar, originar enfermedades pulmonares y aumentar las tasas de mortalidad en la población.

La semana pasada en la Zona Metropolitana del Valle de México (ZMVM) vivimos lo que nunca: cinco días en contingencia ambiental. Y qué fue lo que vimos: al jefe de Gobierno corriendo despreocupado, a pesar de que es una de las restricciones, y a su encargada del medio ambiente publicando en Twitter fotos de una ciudad con cielo azul que no existe y presumiendo que gracias a su chamba hay otras ciudades en el país más contaminadas.

Los dos deberían estar trabajando horas extra ante esta emergencia que nos puede costar la vida o haciendo maletas para renunciar. Pero no pasa nada porque no tenemos como ciudadanos el más mínimo interés.

Una mayor restricción vehicular genera, en esta sociedad, más indignación que comprensión ante una emergencia de salud.

Por lo tanto la autoridad mide más el enojo político que el daño a los alveolos pulmonares. Les queda claro a los que gobiernan que son las élites de esta ciudad las que tienen acceso a elegir los escándalos que estallan y cuáles no.

Quitar miles de millones de pesos de programas sociales para subsidiar la gasolina es algo que se puede tolerar cuando se tiene coche. Los que tuitean, los que opinan, los que se sientan en una curul o un escaño están en ese grupo.

Ah, pero quitar el derecho a las gasolinas baratas, subsidiadas, sí desata los demonios.

Con la calidad del aire de la ZMVM ocurre lo mismo. Es mejor mantener contentos a determinados grupos sociales, antes que salvar un pulmón.

En esta ZMVM el transporte público vive en la anarquía de quien ya pagó con respaldo político, los policías de tránsito no ven nada malo si hay una mordida de por medio, los camiones circulan a toda hora y son invisibles para la autoridad. Las violaciones al reglamento de tránsito son instrumento recaudatorio. Es mejor regalar dinero a la clientela política que construir más Metro.

Y ni hablar de contingencias ambientales como la que vivimos. El año pasado sí se decidió limitar la circulación de todos los autos sin importar su costo o el holograma de la dudosa verificación y sí se logró disminuir de un día para otro los niveles de contaminación.

Ahora que se decidió no molestar a los quejumbrosos votantes de autos nuevos, aquellos que portan los hologramas cero y doble cero, nos pasamos toda la semana en contingencia ambiental.

¿Escuchó usted estos días el mismo escándalo mediático del año pasado? ¡Por supuesto que no! La comentocracia de la radio, la prensa y la televisión, los políticos, los líderes de organizaciones diversas, los académicos y “expertos” quedaron exentos de la medida, por lo tanto de hacer críticas.

Hay millones de familias que no pudieron usar su auto toda la semana por tener calcomanía dos y sí tuvieron que respirar, al igual que los demás, un aire altamente contaminado que sí envenena el cuerpo.

La respuesta de la autoridad fue salir a correr al parque y mostrar fotos de un cielo azul que aquí no existe. Y todos conformes por la pobre visión doble cero de los que pesan en la crítica.

Mientras se tenga tranquilos a los quejumbrosos del cero y doble cero, pueden colapsar los pulmones sin queja de nadie.