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No son los mejores tiempos para los vendedores de bienes duraderos del tamaño de un automóvil. Las ventas en el mercado interno de autos ligeros tuvieron una disminución, en términos anuales, de 9.7 % durante agosto pasado.

Son ya 27 caídas mensuales consecutivas para anotar los peores datos de la industria de comercialización de autos en el mercado mexicano de los últimos 10 años.

No son pocos los que tienen miedo de que les roben un coche nuevo, otros hacen cuentas y simplemente no pueden pagar la compra de un vehículo, algunos temen por su estabilidad laboral. Es un número importante el que ve que las tasas de interés son altas para endeudarse con un coche.

Cuando se trata de esas compras que requieren un esfuerzo mayor del consumidor, la realidad es que el mercado está deprimido.

Pero las otras compras, las que se pueden financiar con la quincena, las que no implican muchos meses de pago con la tarjeta de crédito, ésas se mantienen positivas a pesar de que la economía no está creciendo.

La nobleza del comportamiento del consumo interno es lo que mantuvo las cifras del Producto Interno Bruto del primero y segundo trimestres de este año pegadas al cero y no en el terreno de una indiscutible recesión.

El Inegi dio cuenta de que en junio pasado el consumo privado en México se elevó apenas 0.7% en su comparación contra mayo y 1.3% en la medición anual, ambas con cifras ajustadas por la estacionalidad.

Ése es, digamos, el bosque completo que puede publicar sólo el instituto de estadísticas, aunque con este retraso de varias quincenas. Un dato parcial, pero más reciente del consumo, lo aportan los minoristas.

En especial Walmart, que tiene una importante presencia de mercado, dio a conocer que sus ventas durante agosto pasado tuvieron un repunte de 6.1% en términos anuales en lo que llaman ventas a tiendas comparables. Esto sin tomar en cuenta sus nuevas unidades. Con la suma de todas sus tiendas en agosto, el aumento es de 7.4 por ciento.

No son cifras nada despreciables, aunque sí vienen de un frenazo en los meses anteriores.

Al mismo tiempo, la encuesta de confianza del consumidor muestra una mejoría. Esto después de que la euforia provocada por el triunfo electoral del presidente López Obrador, llevó a los consumidores a decirse confiados a niveles históricos, pero al mismo tiempo no compraban.

Vino una baja con la cruda realidad del mal manejo de la economía y se dieron cinco meses consecutivos negativos en las percepciones de los consumidores. Pero en la encuesta más reciente del propio Inegi y el Banco de México de agosto pasado, ya hubo un ligero repunte en esa percepción subjetiva de mejora.

Los datos disponibles de agosto son como la golondrina que no hace verano, pero pueden adelantar que el tercer trimestre tenga una mejor cara en los datos del consumo y con ellos del resto de la actividad económica.

Aunque, más vale prudencia en ese cálculo porque hay otros indicadores, como la Inversión Fija Bruta, que muestran niveles propios de una recesión.

Como sea, el consumo interno se mantiene como el gran motor de la economía mexicana. Que, aunque avanza a vuelta de rueda, están del lado positivo. Y si hay posibilidades de que la gente compre, hay la oportunidad de que no se cierre el círculo vicioso, en donde el desánimo contagia a la economía en una espiral de baja.