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Desde finales del año pasado, la economía global está dando señales claras de una moderación en el robusto ritmo de expansión global generalizada que caracterizó la segunda mitad del 2017 y buena parte del 2018.

La desaceleración se da en medio de un incremento en la implementación de políticas populistas y un creciente proteccionismo que amenaza con descarrilar al comercio internacional.

La incertidumbre creada por la desaceleración y la guerra comercial se vio magnificada en diciembre cuando la Fed parecía estar dispuesta a seguir normalizando su política monetaria mediante nuevos incrementos en la tasa de interés de referencia y crecientes retiros de liquidez para reducir el tamaño de su balance.

La respuesta de los mercados a esta situación fue virulenta. Durante la última década, los mercados han venido librando una batalla entre la falta de fuerza del crecimiento económico y la gran ola de liquidez creada por los bancos centrales para evitar una gran depresión.

Durante los primeros siete años posteriores a la crisis, la vorágine de actividad por parte de los bancos centrales hizo que la liquidez fuera factor determinante para impulsar el buen desempeño de los mercados financieros a pesar de un crecimiento anémico.

Sin embargo, durante los últimos dos años, la liquidez dejó de ser el principal impulso a los mercados, la robusta aceleración generalizada del crecimiento económico tomó este papel.

En el caso de Estados Unidos, los mercados recibieron un impulso adicional de parte de la reforma fiscal de finales del 2017.

Dicha reforma trajo un beneficio importante, aunque temporal, para el crecimiento de las utilidades de las empresas durante el 2018.

No obstante, el retiro de liquidez que la Fed comenzó en octubre del 2017, aunado a una desaceleración tangible en el crecimiento en varios bloques económicos, finalmente terminó con la complacencia de los mercados en el último trimestre del 2018.

Aunque el tema de la desaceleración económica a nivel global es sumamente importante, la variable principal que golpeó a los mercados fue la incertidumbre generada por la inminente reversión de la ola de liquidez más grande creada en la historia.

En medio de una masacre en los mercados y el riesgo de una mayor desaceleración como resultado de las tensiones comerciales, la Fed se vio obligada a cambiar sus planes de normalización de su política monetaria.

A pesar de que el Banco Central Europeo y el Banco Central de Japón están lejos de comenzar a retirar las grandes cantidades de liquidez inyectadas, la normalización de política monetaria por parte de la Fed corría el riesgo de generar una fuerte restricción cuantitativa para la economía global.

La ecuación del impacto positivo en los mercados de las grandes inyecciones de liquidez de los últimos años no estaría completa sin el papel que han jugado China y otros países emergentes como grandes destinos de inversión y acumuladores de reservas internacionales.

Varios países emergentes acumularon superávits masivos de reservas internacionales que fueron invertidas en instrumentos financieros de todo tipo, pero principalmente en instrumentos de deuda emitidos por los principales países desarrollados del mundo occidental —como bonos del Tesoro de Estados Unidos y otras emisiones de deuda soberana de países europeos.

Las crecientes tensiones comerciales, la marcada desaceleración en las grandes economías emergentes exportadoras, principalmente China, y la amenaza de una política monetaria más restrictiva por parte de la Fed amenazaban con provocar una fuerte salida de capitales del mundo emergente que a su vez provocaría una venta indiscriminada de instrumentos financieros de países desarrollados.

Si las grandes inyecciones de liquidez generaron inflación en los activos financieros, sería ilógico esperar que los precios de dichos activos fueran inmunes al retiro de liquidez.

Ante esta situación, la Fed ha capitulado, dándole un enfoque mucho más cauteloso y gradual a su programa original de normalización.