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El precio de los combustibles no se ha liberado. Más bien quedó en el limbo: para definir los precios al público de la gasolina y el diesel habrá una mezcla de criterios de mercado, revisión del estado de salud de las finanzas públicas y cálculo político.

El precio de los combustibles no se ha liberado. Más bien quedó en el limbo: para definir los precios al público de la gasolina y el diesel habrá una mezcla de criterios de mercado, revisión del estado de salud de las finanzas públicas y cálculo político. Esto ya se empezó a notar en febrero. A principios de mes no hubo aumento y el viernes bajaron dos centavos. Podrían haber bajado mucho más, 30 o 40 centavos mínimo por litro, si se hubiera incorporado como único criterio la evolución del precio de la gasolina en Texas multiplicado por el valor del peso frente al dólar.

El Gobierno no puede bajar los precios de las gasolinas porque depende de los ingresos que estos le producen. Lo sabe muy bien desde hace años. En 2016 captó 277,263 millones de pesos por concepto de Impuesto sobre Producción y Servicios a las gasolinas. En 2017, proyecta recaudar 284,400 millones de ese mismo rubro. A estas cantidades, habría que sumarle el IVA. Siete centavos de cada peso que ingresa el Gobierno vienen del impuesto a las gasolinas. En un año en el que las agencias calificadoras tienen a México en la mira, el gobierno debe poner mucho cuidado en no vulnerar sus mejores fuentes de ingreso. El IEPS a las gasolinas tiene la ventaja de ser muy fácil de cobrar.

El Gobierno aprendió que no puede resolver sus problemas de finanzas públicas subiendo el precio de la gasolina de la forma que lo hizo en enero. En el Gabinete del presidente tomaron nota de lo ocurrido en enero: El desorden y los saqueos de los primeros días del año prendieron las luces de alarma. Las encuestas las incendiaron: la popularidad del presidente cayó a mínimos no vistos en las últimas cinco Presidencias; el PRI fue rebasado por Morena y last but not least la reforma energética se convirtió en la menos popular de las reformas impulsadas por la administración de Peña Nieto.

La liberación del mercado de las gasolinas que veremos en ejecución no seguirá la hoja de ruta que el propio Gobierno había anunciado. No la seguirá porque no hay condiciones para una liberación plena. El Gobierno no estaba preparado para enfrentar un escenario de protestas, de politización o vandalización. Tampoco había hecho plenamente dos tareas: “educar” a los agentes económicos sobre lo que significaría esta liberación y blindar las finanzas públicas de la oscilación de precios de un bien tan peculiar como son los combustibles.

Hay mucho que mejorar en términos de transparencia. No está claro con qué cuentas sacó lo de los dos centavos de rebaja ni tampoco está clara la forma en que se usará el IEPS. El Gobierno habla de un subsidio, pero en realidad se trata de una reducción de un impuesto que en México tiene una tasa muy alta. Si sumamos IEPS e IVA, las gasolinas pagan más de 45% de impuestos.