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La semana pasada se publicaron los datos de inflación para el mes de junio en Estados Unidos. El índice general de precios al consumidor registró un aumento de 2.9 por ciento en los últimos 12 meses, su mayor incremento en casi siete años.

Aunque la cifra es apenas superior a 2.8 por ciento registrado en mayo, la continua tendencia al alza es algo que la Fed sin duda tomará en cuenta en las próximas reuniones de política monetaria. Aunque una parte importante del aumento en la inflación durante los últimos meses ha sido impulsada por los incrementos en los precios de los combustibles (el precio de la gasolina ha subido 24 por ciento en los últimos 12 meses), la inflación subyacente también registró un incremento.

El índice de precios al consumidor subyacente, que excluye alimentos, combustibles y energía, mostró un avance anual de 2.3 por ciento en junio en comparación con 2.2 por ciento de mayo.

Esto confirma la tendencia al alza observada en los últimos tres meses, después de que la inflación subyacente se mantuvo anclada en 1.7-1.8 por ciento durante los 10 meses anteriores.

La cifra de junio representa la inflación subyacente anual más alta en los últimos 18 meses.

Aunque la medida preferida por la Fed para tomar decisiones de política monetaria, el índice subyacente de precios de consumo personal (conocida como Core PCE) todavía se mantiene por debajo de la inflación generalizada y debajo del objetivo de 2.0 por ciento establecido por la Fed, la dinámica de precios muy probablemente obligará a la Fed a subir en, cuando menos, dos ocasiones las tasas de interés en lo que resta del año.

En concreto hay tres factores muy claros que están contribuyendo a presionar la dinámica de la inflación subyacente.

El primero es el hecho de que el mercado laboral se encuentre en pleno empleo, lo cual ha permitido que los salarios promedio por fin estén registrando un alza sostenida.

Hasta ahora, los incrementos salariales han sido moderados gracias a que se ha venido incorporando un mayor número de personas a la fuerza laboral activa. Aunque la tasa de participación se mantiene por debajo de promedios históricos y esto podría indicar que un incremento en la tasa de participación mantendría las presiones salariales bajo control, también hay quienes argumentan que hay cambios estructurales en la composición de la fuerza laboral que mantendrán la tasa de participación en niveles no muy distintos a los actuales. Si esto último se cumple, las presiones salariales comenzarán a ser más fuertes en los próximos meses.

El segundo factor que está contribuyendo a la inflación es la imposición de tarifas a las importaciones de ciertos bienes. Aunque estamos aún en las primeras etapas de imposición de tarifas y éstas podrían ser temporales, la escalada en la guerra comercial podría generar mayores presiones inflacionarias en los próximos meses.

En tercer lugar, los estímulos fiscales sí están contribuyendo a generar una aceleración de corto plazo en la actividad económica y muy probablemente veamos una tasa anualizada de crecimiento del PIB cercana a 4 por ciento durante el segundo y tercer trimestres del año. A pesar del incremento en la volatilidad en los mercados causada por los vientos de guerra comercial, la Fed está enfocada con la situación fundamental de la economía y parece más preocupada por cumplir su objetivo de mantener la estabilidad de precios una vez que el mandato de pleno empleo ha sido plenamente alcanzado.

Aunque no anticipamos cambios drásticos en la política monetaria por parte de la Fed, los mercados deben estar conscientes de que el banco central podría verse forzado a tomar un tono más hawkish (restrictivo) y una trayectoria más agresiva a la esperada para normalizar su política monetaria.