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El dato de inflación de abril de 0.12 por ciento superó ampliamente la expectativa de mercado de 0.07 por ciento y resultó en la cifra más alta para un mes de abril desde el 2009. Aunque la cifra de inflación mensual de 0.12 por ciento no parece elevada, ésta contrasta con -0.32 por ciento de abril del 2016 y -0.26 por ciento de abril del 2015. Es importante enfatizar que, históricamente, abril es un mes que se ha caracterizado por tener inflación negativa dado el impacto favorable del comienzo de las tarifas de verano de electricidad.

Desde el 2008, solamente había tres lecturas positivas del dato de inflación mensual de abril, en el 2008, 2009, 2013, y ahora el 2017. La cifra de abril se tradujo en un salto de casi medio punto porcentual en la inflación anual a 5.82 por ciento, la más alta desde mayo del 2009, cuando la inflación anual alcanzó 5.98 por ciento. Para poner en contexto el fuerte incremento en la inflación, basta con ver la cifra de inflación anual hace un año, que se ubicaba apenas en 2.54 por ciento.

El fuerte incremento anual en el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) se puede atribuir principalmente a los precios de la gasolina, ya que el componente de energéticos del INPC registró un aumento de 15.88 por ciento en los últimos 12 meses.

Asimismo, las tarifas autorizadas por el gobierno tuvieron un aumento anual de 6.29 por ciento. El incremento en estos dos componentes y un aumento anual de 4.36% en los precios de los productos agropecuarios provocaron un alza anual de 9.25 por ciento en el componente no subyacente del INPC, el cual compara de manera desfavorable con la cifra de 8.02 por ciento reportada el mes pasado.

Por su parte, la inflación subyacente tuvo una variación mensual de 0.45 por ciento en abril, prácticamente el doble de la observada en abril del 2016 y el triple de la de mismo mes del 2015. La inflación subyacente para los últimos 12 meses escaló de 4.48 por ciento en marzo a 4.72 por ciento en abril, alcanzando su nivel más alto desde agosto del 2009. Esta situación pone al Banco de México (Banxico) en una nueva encrucijada, ya que las cifras más recientes sin duda provocarán una revisión al alza de las expectativas de inflación para el resto del año.

La última vez que México experimentó una trayectoria alcista en la inflación subyacente como la actual fue entre mediados del 2007 y principios del 2009. Aunque el contexto internacional era muy diferente en ese entonces, la tasa de interés de referencia de Banxico alcanzó un máximo de 8.25 por ciento a finales del 2008 para después bajar a 4.5 por ciento a mediados del 2009 como parte del ciclo coordinado de baja en tasas de la mayoría de los bancos centrales del mundo para combatir la Gran Recesión. Actualmente, la tasa de interés de referencia del Banxico se ubica en 6.50 por ciento y el mismo banco central ha dado indicaciones de que el escenario más probable es de dos alzas adicionales en lo que resta del año, en línea con lo que se espera para la Reserva Federal de Estados Unidos.

Sin embargo, las lecturas más recientes de inflación y una mayor evidencia de que el incremento en los precios de la gasolina y la depreciación del tipo de cambio estarían provocando un deterioro en las expectativas de inflación podrían obligar a Banxico a actuar de manera más decisiva.

Un factor primordial que el Banxico estará monitoreando es la dinámica de las negociaciones salariales que hasta ahora ha resultado en incrementos anuales por debajo de las expectativas de inflación. Mientras esta dinámica se mantenga, es posible que el Banxico mantenga su trayectoria esperada de incrementos, de lo contrario, la Junta de Gobierno del banco central podría verse obligada a realizar alzas en la tasa de fondeo por arriba de lo anticipado por el mercado hasta ahora.