El miedo y la ansiedad se nos permea en cada espacio del hemisferio derecho de nuestro cerebro, ese en donde se desarrolla el pensamiento creativo y visualizar todo eso que creemos que no serán posibles
Hay quienes creen que el acto de fotografiar únicamente remite a escenas felices o sucesos que deseamos recordar a través de una imagen en un futuro.
La ansiedad o un estado de neurosis de angustia o trastorno de ansiedad generalizada es aquello que conocemos como estrés.
Esa emoción que unos saben controlar y otros que al no poder hacerlo, estallan en gritos, en mal humor, en enfermedades y sobre todo en una constante tensión nerviosa.
La angustia es una de las emociones más experimentada por niños, hombres y mujeres de todo el planeta, aunque aún haya quien lo niegue, seguramente lo ha padecido en algún momento de su vida.
La angustia es ese momento en donde creemos en algún peligro futuro, en eso que nos preocupa que está por llegar, en lo imprevisible. Nos genera ansiedad pensar en lo que queremos tener, pero aún no tenemos, o aquello que ni siquiera ha pasado, pero que en la mente nos bombardean escenas que pareciera hacerlo real.
Como los síntomas ya tan mencionados del COVID-19, los dolores de cabeza, el dolor en el pecho, la tos, la temperatura, pero sobre todo, esa falta de aire, el oxígeno que dejamos de respirar y que sentimos que nos privará de seguir.
Nuestra mente imagina, le pone rostro a la preocupación que nos embarga el pensamiento en la noche, le recreamos color a su ropa, al cielo, al campo y a su mirada.
La ansiedad enciende la creatividad de un niño chiquito, nos hace romper los límites de la adultez y genera una especie de imagen en movimiento y posteriormente una imagen fija, es decir una fotografía.
Nos vemos allí sufriendo porque no obtuvimos lo que conseguimos, evocamos el dolor y el sufrimiento de una enfermedad física que nos colocara en una cama de hospital, solos, sin capacidad de comunicarnos a viva voz.
El miedo y la ansiedad se nos permea en cada espacio del hemisferio derecho de nuestro cerebro, ese en donde se desarrolla el pensamiento creativo y visualizar todo eso que creemos que no serán posibles.
Entonces esas imágenes que usted se creó en su cabeza, como si hubiera salido a fotografiarlas, con esa sensibilidad y paciencia de cualquier fotógrafo que va en búsqueda de cumplir su objetivo visual.
Así pasa entre lo que imaginamos y no nos deja dormir, con lo que vemos diariamente en los medios de comunicación como la televisión y los digitales, porque creo que casi nadie va al impreso.
Pasa que encuentro el trabajo de Juan Ignacio Roncorini, que ha estado realizando en materia de cobertura periodística del COVID-19 en Argentina y le encuentro este acercamiento que despierta mi más puro miedo y me dispara el cortisol y me suben los niveles de azúcar.
Pareciera que le relato algo terrible, pero eso es lo que pasa cuando nos estresamos.
Ese momento en el que vemos una fotografía y sentimos un pinchazo en el corazón, que nos deja inmóviles y que nos evocan algún tipo de emoción.
A eso le llamó punctum, Roland Barthes en su última obra La Cámara Lúcida.
En lo irrelevante de la foto que tomó Roncorini para la agencia EFE de un hombre argentino que se realiza una prueba de COVID-19, nos identificamos en el propio lenguaje de la imagen, al canalizar esa sensación de molestia de un hisopo en el fondo de nuestra garganta y lo más agotador para nuestra conciencia, creer que estamos infectados.
Entonces hacemos nuestra la ansiedad de este hombre y creamos un diálogo entre lo que vemos y sentimos.
A través de la imagen comprendemos, descubrimos, interpretamos, comprendemos y nos apropiamos de lo que ni siquiera hemos vivido, y es así como nuestro cuerpo expresa el estrés, la ansiedad y la angustia ante un escenario desconocido: la supervivencia o la muerte.
Hoy nos vamos a dormir con un montón de imágenes que nos hacen creer que existe una posibilidad de que nos pase lo mismo y pasemos de observar a ser observados por alguien más.
Así que antes de dormir, le aconsejo que no vea el número de casos de contagios, no lea noticias, que despabile su mente con algún buen libro, con una serie, con música que le ayude a su cerebro o con ver imágenes que le den paz.
Aunque esta sea una realidad, también se vale.