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La pregunta es muy sencilla: si realmente llegaron a la Ciudad de México el equivalente a 750,000 millones de pesos en Inversión Extranjera Directa (IED) en tiempos en los que gobernaba Andrés Manuel López Obrador, ¿pues dónde quedaron que no se ven?

El juego con estadísticas en tiempos electorales es una tentación que tienen todos los candidatos. La verdad es que pocos tienen algo real que presumir y por eso recurren al engaño de los números.

En el caso de Andrés López, ante la falta de otros resultados reales, tangibles y positivos, por ejemplo, en seguridad, movilidad, contaminación o de otros asuntos realmente de ciudad, eligió para su campaña un indicador altamente positivo, pero que habría que sumarle al gobierno federal de entonces, de Vicente Fox.

La IED que llegó a México en aquellos años correspondió a una economía en franco proceso de cambio, un proceso que diseñaron y aplicaron aquellos que el propio López calificaba en esos tiempos de tecnócratas y que ahora identifica como la mafia del poder.

El que presume datos de inversión extranjera enaltece lo hecho por los gobiernos federales no por una administración local y mucho menos de la capital del país.

Para fines de registro, los recursos que ingresan en una economía se acreditan al domicilio fiscal del corporativo, aunque en el ejercicio de la inversión estos recursos vayan a la construcción de plantas industriales en otras entidades.

Por ejemplo, la industria automotriz tiene sus oficinas corporativas en la Ciudad de México. Una empresa del tamaño de Nissan, por ejemplo, tiene una oficina muy discreta en Insurgentes Sur, pero tiene plantas impresionantes en muchos estados del país. Estadísticamente, el registro de IED de esta empresa japonesa se debería acreditar a la delegación Álvaro Obregón.

Ocurre lo mismo con otras tantas empresas de otros tantos sectores productivos que firman los contratos en Polanco o en Santa Fe, pero invierten en facilidades industriales en todo el país.

De hecho, 80% de la IED queda registrada en tres entidades: la Ciudad de México, el Estado de México y Nuevo León, sin que necesariamente todas las fábricas, todos los empleos, todos los beneficios se queden sólo en esos tres lugares. Esto es totalmente claro.

Además, la IED contempla lo mismo nuevas inversiones, que reinversiones, que balances con sus matrices. Esto implica que si bien toda inversión es positiva, hay algunos recursos que no son frescos.

Entonces que un personaje que tiene ideas estatistas, proteccionistas, regresivas, use los datos de la Inversión Extranjera Directa no tiene ninguna lógica. Es como si estuviera haciendo campaña para los que han estado en el poder en estos tiempos de apertura y ésos han sido del PRI y del PAN.

La inversión que ciertamente atrajo López a la ciudad durante su mandato fue la de los desarrolladores inmobiliarios que talaron los bosques de Santa Fe, que usaron los bandos de gobierno para hacer negocios o que construyeron los segundos pisos para después esconder todas las cuentas.

Vamos, la elección de las cifras de IED para presumir por parte de Andrés Manuel López Obrador es una muestra más de que este personaje puede hacer lo que quiera sin merecer un juicio racional de sus planteamientos.

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