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El Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC, por su sigla en inglés) concluyó su segunda reunión de política monetaria del 2017 el día de ayer, anunciando un incremento de 0.25% en la tasa de interés de referencia para ubicarla en 1 por ciento. El movimiento —que constituye apenas el tercer incremento en más de 10 años— estaba ampliamente descontado por el mercado tras una ardua labor de comunicación durante las últimas semanas por parte de los miembros del FOMC, ya que hace un mes el incremento se veía poco probable por los mercados.

Dado que el movimiento estaba descontado, la atención de los mercados estaba enfocada en el comunicado y la conferencia de prensa en búsqueda de señales sobre incrementos adicionales para el resto del año. Vale la pena recordar que, en la reunión de diciembre, la Reserva Federal (Fed) transmitió, a través de la publicación del dot plot, una expectativa de tres alzas de un cuarto de punto cada una durante el 2017.

En esta ocasión, el mercado estaba muy atento a la nueva publicación del dot chart o gráfica de puntos ante la presencia de una serie de factores que podrían abrir la puerta a una aceleración de la trayectoria de alzas por parte de la Fed. Entre estos factores se encuentran: I) la robusta dinámica en el mercado laboral; II) el reciente repunte en la dinámica inflacionaria; III) la expectativa de un mayor impulso fiscal; y V) la posible llegada de los mercados accionarios a un territorio de burbuja.

Sin embargo, el comunicado de prensa publicado por la Fed no presentó cambios sustanciales con respecto al emitido en la reunión de febrero y la gráfica de puntos no mandó un cambio de señal en cuanto a la trayectoria de posibles incrementos para el 2017. Esto quiere decir que, a pesar del tono más restrictivo expresado durante las últimas semanas, por el momento, los miembros del FOMC mantienen como escenario base uno de incrementos graduales de la tasa de fondeo durante el año.

En específico, se mantiene la señal de dos alzas adicionales en la tasa de referencia —de un cuarto de punto cada una— en lo que resta del año. A pesar de que la Fed reconoció una continua mejoría en la situación económica y, en particular en los índices de confianza del sector empresarial, y una dinámica inflacionaria que tiende a una mayor convergencia con la meta de la Fed —después de años de estar por debajo de dicha meta— la postura de la Reserva sigue siendo gradual ante la incertidumbre que hay sobre el rumbo de las decisiones de política económica —en particular la política fiscal y comercial— del nuevo gobierno.

Varios de los miembros del FOMC han declarado públicamente que si la nueva administración persigue una política fiscal expansiva —caracterizada por una reducción en los impuestos y un aumento en el gasto en infraestructura— la probabilidad de mayores incrementos en la tasa de referencia sube considerablemente. Aunque los mercados se han adelantado a descontar un impacto positivo en la economía de estos factores, el impacto real podría ser menor a lo anticipado y además demorarse hasta el 2018.

La Fed está consciente de que debe mantener una postura flexible ante el escenario de incertidumbre de política económica pero también sabe que debe actuar de manera más agresiva si las expectativas inflacionarias se deterioran, lo cual no ha sucedido. Por lo pronto, la postura más acomodaticia de lo esperado por parte de la Fed contribuyó a un debilitamiento del dólar frente a la mayoría de las monedas de sus socios comerciales, pero marcadamente ante monedas emergentes como el peso mexicano, que alcanzó su cotización más fuerte frente al dólar desde el día previo a las elecciones en Estados Unidos.