Elecciones 2024
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Conforme se acerque la fecha de la elección presidencial más difícil se pondrá Donald Trump con todo el mundo. Y esto es literal.

El presidente de Estados Unidos ve un complot en su contra para tirar la economía de su país y así perjudicarlo en la carrera hacia la reelección.

Y uno de sus blancos favoritos en estos momentos es el presidente de la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed), Jerome Powell. No sólo lo ataca a él, sino a todos aquellos que toman decisiones de política monetaria dentro del Comité de Mercado Abierto de ese banco central.

El problema del presidente Trump es que quiere doblegar al mundo con su estilo alevoso de negociar. Quien no acceda a sus peticiones se tiene que enfrentar a pagar las consecuencias del castigo que él decida.

La guerra comercial en la que se ha metido con China requiere algo más que su tono prepotente y amenaza de aplicar más aranceles. Los chinos son monolíticos y poderosos en materia comercial y financiera.

Y cuando el republicano quiere jugar a las vencidas comerciales, tiene todas las desventajas. Empezando por la monetaria.

No tiene empacho en pedir una devaluación del dólar para abaratar las exportaciones de su país. Y lo hace porque no entiende el rol del dólar en los equilibrios financieros globales y en la importancia de la política monetaria como una válvula de control inflacionario dentro de su país.

Si el presidente de los Estados Unidos no tuviera contenciones, ya habría dañado permanentemente la economía de su país y del mundo. Pero tiene al Congreso, tiene a los mercados y a los agentes económicos. Y tiene a la Reserva Federal.

Con la lectura de las minutas de su pasada reunión de decisión de política monetaria queda claro que los integrantes de esa institución no se amilanan con las groserías presidenciales.

El mandato dual del banco central de Estados Unidos no significa que estén a expensas de la condición mental de Donald Trump. La orden de bajar 100 puntos base a la tasa de interés de un jalón convoca más a la compasión sobre las consideraciones económicas del republicano, que a la discusión sobre su viabilidad.

Hay, sin duda, la expectativa de más bajas en la tasa interbancaria estadounidense, pero descartan por ahora un proceso acelerado de abaratamiento del dólar.

La recalibración en la política monetaria, como le llamaron a la baja en la tasa de interés, va a enojar mucho a Trump que mantendrá el fuego constante a través de su cuenta de Twitter en contra de su banco central.

Pero un presidente que se enoja con Dinamarca, insulta a su primera ministra y cancela su visita oficial, porque no le quiere vender parte de su territorio, no es alguien a quien se pueda tomar en serio.

Las minutas muestran autonomía en la toma de decisiones. El mercado espera ahora el discurso este fin de semana de Powell en Jackson Hole, en la reunión de banqueros centrales, donde debe refrendar que su trabajo es uno y no pasa por atender los caprichos del presidente.

Claro que lo tiene que decir sin la necesidad de engancharse en un pleito personal. Vamos, ni siquiera con alguna referencia directa a Trump. Lo que seguramente deberá enojar mucho más a este colérico personaje.

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