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Como estaba totalmente descontado por el mercado, el Comité de Mercado Abierto de la Fed (FOMC, por su sigla en inglés) mantuvo la tasa de interés de referencia en un rango de 2.25 a 2.50 por ciento. Sin embargo, la atención del mercado estaba puesta sobre el tono del comunicado y la conferencia de prensa del presidente de la Fed, Jay Powell, buscando señales sobre el rumbo de la política monetaria para el resto del año.

Vale la pena recordar que la Fed había causado una reacción muy negativa en los mercados con su decisión de política monetaria de diciembre, cuando además de subir la tasa por cuarta ocasión en el año, expresó que las tasas de interés todavía tenían espacio para seguir subiendo y anticipó hasta dos incrementos para el 2019. Asimismo, el comunicado de la Fed daba a entender que el programa de retiro de liquidez para normalizar su balance estaba en “piloto automático”.

El tono de la Fed en aquella ocasión fue interpretado como una señal restrictiva en medio de lo que se anticipaba como una clara desaceleración en el crecimiento económico. Adicionalmente, el tono del comunicado y la conferencia de prensa de diciembre fueron inconsistentes con lo expresado en las intervenciones previas de algunos miembros del FOMC que habían hecho al mercado anticipar un anuncio de política más acomodaticio dovish.

Después del berrinche de los mercados en diciembre, los miembros del FOMC se vieron obligados a matizar su postura en intervenciones subsecuentes, anticipando que la Fed tomaría un enfoque más gradual y flexible en cuanto a la normalización de su política monetaria. Este mensaje fue ampliamente refrendado con la decisión de política monetaria de este miércoles.

Además de que la decisión de dejar las tasas sin cambio fue unánime, el comunicado explícitamente reconoce que el deterioro en las condiciones financieras y económicas a nivel global y la ausencia de presiones inflacionarias, requieren de un enfoque más cauteloso. Asimismo, la Fed acompañó la decisión con un documento adicional haciendo referencia detallada al programa de retiros de liquidez que lleva implementando desde octubre del 2017.

Es importante recordar que como parte del programa de estímulos monetarios, la Fed inyectó 3.6 billones de dólares a los mercados mediante la adquisición de bonos del Tesoro y bonos respaldados por hipotecas, incrementando su balance de 900,000 millones a mediados del 2008, a un máximo de 4.5 billones en diciembre del 2014. Aunque la Fed empezó a deshacerse de este tipo de instrumentos desde octubre del 2017, retirando aproximadamente 400,000 millones de dólares de liquidez entre esa fecha y diciembre del año pasado, el límite mensual para seguir retirando liquidez había aumentado a 50,000 millones a partir de octubre del 2018.

Como hemos comentado varias veces en este espacio, es claro que el programa para inyectar cantidades de liquidez sin precedentes a los mercados contribuyó de manera importante a impulsar los precios de los activos financieros. En condiciones similares, el retiro de dicha liquidez debería tener el efecto opuesto en los precios de los activos financieros. Sin embargo, la Fed se dio cuenta que mantener el plan de normalización de su política monetaria trazado originalmente podría tener consecuencias indeseadas en los mercados financieros.

En este contexto, la Fed prefirió decantarse por una postura más pragmática y gradual, anticipando que tal vez no sea necesario seguir subiendo las tasas de interés y que el programa de retiros de liquidez será más gradual y revisable de acuerdo con las condiciones. Asimismo, la Fed dio a entender que, una vez concluido el programa de retiros de liquidez, su balance mantendrá un tamaño mucho mayor al que tenía antes de la crisis, lo cual implica que una buena parte de la liquidez inyectada no se retirará en el mediano plazo.