Hay en todo esto algo que involucra a México, más allá de lo evidentemente comercial, y esto es que la noticia nos manda dos mensajes
El Poder Judicial de Estados Unidos usó sus atribuciones e independencia para decirle a Donald Trump que su decisión de aplicar aranceles a sus socios comerciales extralimitaba sus atribuciones.
Esa buena noticia de parte de la Corte de Comercio Internacional se topa con el hecho de que La Casa Blanca tiene a su alcance ministros de la Corte Suprema que son conservadores, pero no por ello dejan de ser independientes. Habrá que ver.
Pero también abre la puerta para ocurrencias alternas de Trump que mantengan viva la incertidumbre mundial.
Hay en todo esto algo que involucra a México, más allá de lo evidentemente comercial, y esto es que la noticia nos manda dos mensajes.
El primero, en la víspera de la farsa electoral del domingo, es que la independencia judicial puede tomar medidas que sean contrarias a la principal bandera política de un muy poderoso Presidente de Estados Unidos. Ahí dejan ver el valor de la autonomía.
Pero hay un segundo mensaje que además es explícito y que deja ver que el gobierno de Donald Trump se va a quedar callado con el atropello a la vida democrática mexicana.
Cada vez está más claro que el Trump 2.0 usó su cuatrienio sabático para estudiar los modelos populistas y autoritarios del mundo para nutrir su actuar en este segundo mandato.
Queda claro que uno de los modelos más analizados y que parece que aplica al pie de la letra en muchos aspectos es el populismo abusivo de las masas de López Obrador.
Es pública la admiración que Donald Trump ha mostrado por los regímenes totalitarios y sus líderes.
Bromea con ser dictador por un día, llama hombres fuertes a los peores autócratas del mundo, cree que es genial que Xi Jinping sea Presidente de por vida, se dijo enamorado de Kim Jong-un, “es un tipo inteligente y con mucho control”, ha dicho de Vladimir Putin y cómo olvidar su mirada en el espejo con aquella mención de Juan Trump en referencia a López Obrador.
La más reciente evidencia se cruza con el freno judicial que acaba de recibir en su país y sus anhelos autoritarios. El vocero de su gobierno, Kush Desai, dijo que no les corresponde a jueces no elegidos decidir cómo abordar adecuadamente una emergencia nacional, una declaración calcada de cualquier vocero de Morena.
Esas palabras sin sentido dentro de un sistema democrático, de división de poderes, como el estadounidense es un aval de facto al concepto con el que el régimen mexicano vende su apropiación del Poder Judicial, “que sea el pueblo quien decida”.
Puede ser otra historia la evolución que tenga este domingo la elección, si la participación es poca y el desaseo es descarado, podría haber extrañamientos de diferentes actores internacionales, quizá alguno estadounidense.
Trump parece tener envidia de los actos autoritarios y sin duda se hará de la vista gorda de lo que ahora mismo sucede en México.
Pero Trump y los suyos no van a estar en el poder para siempre, porque allá no lo dejarán ser el dictadorzuelo al que aspira, y en algún momento, desde una futura administración presidencial voltearán a ver todo lo que ahora se pierde en materia democrática en México.