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Cuando en España llegaron los Populares al poder, partido de Centro Derecha, los recién expulsados de la Presidencia del Partido Socialista Obrero Español, empezaron a usar el término austericidio para definir los recortes que se hicieron para recomponer las finanzas públicas, que habían dejado hechas pedazos los del PSOE.

Recientemente en México se ha pretendido recuperar este término para explicar el inaudito recorte de gasto público, en áreas tan altamente sensibles y de tanta afectación a millones de personas.

Suena contundente la palabra y parece reflejar la realidad de la crisis presupuestal que está provocando la 4T, pero es una expresión incorrecta para expresar la idea que se pretende.

El austericidio habla de matar la austeridad, no de provocarla hasta el extremo de la muerte.

Hoy en México, los recortes al gasto público en medicinas, en tratamientos para el cáncer, en atención médica tienen que ver, literalmente, con la muerte de los afectados. Hay una austeridad extrema en áreas altamente sensibles.

Un austericidio tendría más que ver con el hecho de poner fin a estas prácticas que hoy padecen millones de mexicanos y soltar los recursos necesarios, y más, para recuperar las estancias infantiles, los salarios dignos de los funcionarios públicos y hasta los medios de transporte adecuados y seguros para un presidente.

El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador sí es, sin embargo, austericida en los programas asistencialistas. Ahí sí abre la cartera para regalar dinero a manos llenas a su clientela política. Pueden los jóvenes médicos residentes no tener ya una beca para mantener sus estudios, pero otro joven, que ni estudie ni trabaje, que se inscriba en las listas presidenciales de uno de sus programas, puede recibir casi 4,000 pesos mensuales, sin hacer nada a cambio.

Es un atentado a la necesaria austeridad que debería tener Petróleos Mexicanos en estos momentos el iniciar en menos de 10 días la construcción de una refinería que no tiene ni permisos ambientales, ni proyecto ejecutivo, cuando la prioridad es extraer petróleo y salvar las finanzas de esta empresa.

Sí es un austericidio abandonar la construcción avanzada de un aeropuerto viable para edificar una terminal de capricho y altamente cuestionada.

Pero si lo que queremos retratar es la crisis presupuestal por los recortes brutales al gasto público, habría que llamarle austeridad letal, porque está afectando severamente a quienes menos tienen y al desarrollo futuro de la economía mexicana.

México es un país seriamente afectado por las enfermedades crónico degenerativas, y la ausencia de gasto en salud implica futuros gastos superiores ante las incapacidades de los enfermos.

Además, se ha derrumbado el gasto en ciencia y tecnología. Y como complemento, se han cancelado los recursos para la actualización tecnológica con proveedores extranjeros.

La austeridad letal del gobierno actual acabará por tirar las posibilidades de crecimiento económico, porque el desbordado gasto asistencialista que está en proceso de crecimiento no es una forma de generar dinamismo económico.

Puede ser una excelente noticia macroeconómica el hecho de que, ante la falta de ingresos y el compromiso de no más endeudamiento, busquen recortes presupuestales para equilibrar las cuentas públicas. Pero frenar el gasto en áreas clave acaba por desmoronar la estabilidad de la economía en su conjunto. Los afectados por esta austeridad letal son, en muchos casos, los más vulnerables. Esos que aparentemente eran la prioridad.

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