La ausencia

Empecemos este día haciendo un ejercicio juntos, le pido que antes de continuar leyendo, vaya a ver la foto que hoy le presento.

El escenario de las conferencias de prensa diarias del presidente de nuestro país, mejor conocidas como “Las mañaneras”, fotografiado por el periodista y buen amigo, Carlos Tomasini.

El ángulo desde donde fue tomada y segundos antes de que apareciera Andrés Manuel López Obrador, convierte una simple foto en un documento que proyecta ausencia, un vacío que ni siquiera el uso de una silla al centro del set, nos remite a presencia.

Un atril adornado con el símbolo patrio que funge más como un escudo protector que divide al pópulo de la figura presidencial, o mejor dicho, de los periodistas y los posibles cuestionamientos.

En Argentina, lo catalogaban como un pequeño altar que utilizaba Néstor Kirchner, algo así como una trinchera, por lo que no me parece nada descabellado y lejano a lo que vemos diariamente con López Obrador.

Es como su pequeño púlpito en donde se empodera y decide juzgar, cuestionar, demeritar, burlarse y desacreditar toda información que no le convenga y sobre todo que no le haga perder la altura de su pedestal.

Nuestra hermosa Bandera que se encuentra al fondo, doblada de la manera que los protocolos lo indican, aunque con algunas arrugas que cualquier director de Comunicación Social o los propios encargados de los eventos del presidente, deberían de tomar en cuenta.

Si yo le pudiera contar los regaños, gritos, mensajes enviados en cuestión de segundos a todos los involucrados en la organización de un evento oficial, por una sola arruga en la bandera, no se la creería. Pero son temas importantes y siempre hay alguien que debe de estar encargado de eso, sobre todo que debe de cuidar un símbolo patrio como lo que es.

Entonces caemos en la palabra ausencia, la cual está formada a partir del latín como “abstencia” que significa “lo que está lejos”.

La ausencia no siempre tiene una connotación de tristeza, sino que es en primer lugar bajo el aspecto de la falta que se impone a nosotros: alguien no está acá: falta”, lo describe Alain Ferrant.

Aunque en estos tiempos la división entre los que están bien y están mal, es tan clara y se remite a que uno de los dos bandos tiene unos datos y el otro, pues tiene otros, pareciera que así también nos detenemos a observar a un país que no tiene ni voz, ni interés en la gente.

Gustavo Martínez Pandiani, analista político y director de una consultora en Argentina, describió muy bien ese tipo de diálogo que los presidentes plantean y quieren hacer creer a quienes los ve.

Es como si parecieran instaurar un diálogo directo y cercano con el pueblo, pero lo más paradójico es que ni ellos lo creen, Martínez Pandiani lo llama “una utopía”. Algo así como los eventos masivos de “antes”, en donde la figura presidencial era intocable, y jamás enjuiciable.

Bien retoma a Maquiavelo y su lógica de los enemigos, el cual es el eje estratégico de un discurso presidencial que repite cada mañana, en donde señalando y culpabilizando a sus enemigos eternos, refuerza su poder.

Andrés Manuel lo puntualiza y pareciera que él y su equipo comienzan a seguir un manual de estilo de los gobiernos latinoamericanos que han llevado a sus países a presenciar y protagonizar los peores escenarios sociales, políticos y económicos.

Esa foto que vemos allí es lo que interpretamos aquellos que cuestionamos, que quisiéramos verdades y coraje para defender lo indefendible, y no aplaudir lo inadmisible, como la defensa de familiares recibiendo dinero o contratos millonarios, pero peor aún la mofa hacia los que menos tienen y los grupos vulnerables que peor la están pasando en estos momentos, y quizá que siempre la han mal pasado.

En la psicología, la ausencia se clasifica como enigmática porque ese objeto o persona ausente, “en la realidad perceptiva está muy presente psíquicamente”.

Entonces vamos despojando esta imagen de poco a poco y de nada a mucho. La silla como un elemento pensado y colocado allí de manera estratégica para que usted recuerde lo que no está, lo que no se hace presente, al menos solo en un objeto que está diseñado para sentarse, de color marrón con un cojín color dorado, como si fuera de oro, como si fuera intocable.

La imagen también involucra psiquis, es decir hay que detenernos a observar e interpretar lo que cada elemento presente significa, porque todo nos dice algo, aunque no lo entendamos, se nos queda en la memoria.

Por eso tantas veces recurrimos a buscar esas fotos viejas nuestras o ajenas para corroborar, para verificar si lo que creemos ausente, estuvo allí y nunca lo vimos.

Tanta gente que votó por quien les hizo creer que estaría, y hoy tampoco lo pueden ver. Por eso la fuerza del color guinda, el águila en grande, todo de manera sobrecargada para que usted y yo retengamos que estuvo, aunque en verdad no lo está.

Lo recordamos, porque cada mañana los medios nos dicen que estuvo, aunque detrás de su escudo protector desde donde elige qué sí y qué no contestar, donde se siente intocable, vigoroso y dominante, solo allí.

En esta foto simple que compartió Tomasini en sus redes, nos deja claro la construcción de la representación de un gobierno que no está, que hace todo para incrustarse en nuestra cabeza progresivamente hasta jugar con nuestra percepción.

Por eso insistiré en la importancia de fotografiar lo que vemos, para después analizarla a detenimiento y con una atención especial a lo que los elementos colocados allí tienen una o diversas intenciones, pero créalo, todo tiene un por qué.