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En 1957, un desconocido asaltó a dos parejas que se besaban en su coche, en una famosa lover’s lane del condado El Segundo, California. Sometió con una pistola a las parejas, las amarró, violó a una de las muchachas y huyó en el coche de sus víctimas.

Hora y media más tarde fue detenido por pasarse un alto. Cuando los patrulleros se acercaron al coche, los recibió con ocho disparos y huyó. Los policías murieron. El coche fue encontrado al día siguiente, sin otro rastro del fugitivo que sus huellas dactilares mal impresas en el volante.

Año y medio después, un propietario de Manhattan Beach, en la costa de Los Ángeles, encontró, mientras cortaba el pasto de su casa, una pistola oxidada y dos relojes. La pistola resultó ser la misma con la que fueron asesinados los policías, y los relojes, propiedad de los jóvenes ultrajados.

Casi medio siglo después de aquellos hechos, en el otoño de 2002, la policía recibió de un prisionero moribundo la confesión de que él sabía la identidad del homicida de El Segundo. Dio un nombre que resultó falso, pero recordó el crimen pendiente a la policía del condado.

Las policías municipales de Estados Unidos habían recibido ese año la base de datos del FBI con las huellas dactilares de todos los archivos policiacos del país. Cotejaron las huellas dejadas por el criminal aquella noche remota de 1957. Coincidieron con las de un hombre detenido, 40 años antes, por robo en una ciudad de Carolina del Sur.

La ficha del detenido, que salió libre con cargos menores, correspondía a Gerald Mason, residente ahora de un barrio de Columbia, la capital del estado sureño.

La policía de El Segundo le puso un cerco de vigilancia a Mason. Era un hombre de 68 años, propietario de una gasolinera, padre y abuelo ejemplar, buen golfista y vecino querido por la comunidad.

Los agentes detuvieron a Mason en su casa, con la debida orden de aprehensión. El policía jefe de la operación tenía 45 años, había nacido dos años después de la noche en que sus colegas de la corporación fueron muertos por el fugitivo que ahora aprehendía.