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La meta inflacionaria del Banco de México seguirá siendo de 3%, más-menos 1 punto porcentual. De ahí no debería moverse ni un milímetro.

No importa que los que llegan a gobernar a partir de diciembre estimen un aumento de los precios para el próximo año de 5 por ciento y tampoco debe ser relevante para el objetivo del banco central que la inflación en estos tiempos encuentre resistencias para disminuir de 4.5 por ciento.

Un objetivo debe ser firme y se tiene que actuar en consecuencia. Y vaya que una tasa de interés que tiene proyecciones de llegar este año a 8 por ciento es una forma de mandar un mensaje de intolerancia con los precios fuera de su cauce esperado.

La primera quincena de julio será como cualquier otro periodo similar: subirán los precios propios de las vacaciones, como los pasajes de avión y autobús. Las frutas y legumbres de temporada subirán y bajarán de acuerdo con las cosechas obtenidas y tendremos una buena fotografía de lo que veremos durante esta segunda mitad del año.

La incertidumbre poco ayuda a las expectativas de una inflación menor.

De entrada, los precios de los energéticos han tenido alzas importantes en lo que va del año y no se ve que puedan encontrar pronto la paz. Menos, cuando tenemos al presidente de Estados Unidos prometiendo a Irán las peores desgracias militares si se atreve a levantarle la voz a Washington.

El tipo de cambio, si bien ha encontrado un poco de paz durante las últimas semanas, ya ha provocado algunos estragos en los precios.

Claro que el consumo interno no es tan boyante como para que descaradamente se traspase todo el efecto cambiario a los precios sin provocar una contracción mayor de las ventas.

Lo importante en lo que resta del verano es que la inflación dé claras muestras de desaceleración, antes de que lleguen los meses más complicados para los precios.

Septiembre es un mes de presión coyuntural a los precios por los incrementos en las colegiaturas. además, el otoño trae la regularización de las tarifas eléctricas en el norte del país y eso también eleva los registros de inflación.

La expectativa de los analistas es que al cierre del año los precios que mide el índice general del Inegi terminen en torno a 4.20 por ciento, un registro fuera de la meta, pero muy por debajo de casi 7 por ciento del cierre del año pasado.

Es por eso muy importante que, sin abandonar una meta que hoy luce compleja, los precios apunten hacia su cumplimiento.

Si bien el autónomo Banco de México debe ser siempre intransigente con sus objetivos, mucho ayuda que los que llegan a gobernar a partir de diciembre planteen un escenario de estabilidad de precios, donde no pretendan sacrificar la inflación en aras de mayores tasas de crecimiento.

Eso quedará más claro conforme avance el diseño del paquete económico para el próximo año.

Hay que recordar que lo que planee el próximo presidente de México, con la firma al calce de su Secretaría de Hacienda, será lo que prevalezca. Porque al Congreso sólo irá a obtener el visto bueno de lo que ordene López Obrador.