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En la encuesta mensual sobre las expectativas de los expertos en economía que levanta el Banco de México hay una pregunta a la treintena de entrevistados donde se les pide responder si la economía está mejor hoy que hace un año. En la encuesta más reciente, 100% de los interrogados respondió que no, que hoy la economía no está mejor que hace un año.

Seis de cada 10 consideran que es mal momento para realizar inversiones y apenas 5% cree que va a mejorar el clima de negocios durante los próximos seis meses.

Eso se llama desconfianza y se alimenta de las señales que estos expertos ven en el entorno, interno y externo.

Los consumidores, mientras tanto, se dejaron ver eufóricos durante los primeros meses de la 4T. En la encuesta que realizan de manera conjunta el Banco de México y el Inegi llevaron la respuesta sobre sus expectativas económicas, presentes y futuras de su hogar y del país, a niveles históricos.

Sólo que la euforia no se vio reflejada en los índices de consumo que han bajado consistentemente a lo largo del año. Confían, pero no compran.

Hay encuestas entre empresarios e inversionistas, pero la mejor manera de ver su ánimo es a través de los indicadores de inversión y éstos también muestran descensos importantes.

Las expectativas, de analistas, consumidores o inversionistas, se alimentan, por lo que éstos pueden analizar o creer del entorno. Un economista correrá sus modelos econométricos y un consumidor se conmoverá con un discurso del “vamos muy bien”.

Al final, esas expectativas, positivas o negativas, tendrán que confrontarse con la realidad y ver si estaban en lo correcto o no.

Los datos macroeconómicos nos hablan de una economía mexicana que conserva su estabilidad, que se ha respetado el equilibrio fiscal, que mantiene una inflación dentro de una tendencia de baja hacia los niveles que quiere el Banco de México y con indicadores financieros, como el tipo de cambio, estables.

El discurso político de la 4T no se cansa de decir que los “otros datos” dejan ver una economía boyante, con una muy dinámica creación de empleos, con altos niveles de consumo y en camino a tener crecimientos del Producto Interno Bruto no vistos en décadas en México.

Los que invierten, se topan con la realidad de una forma de gobierno basada en la voluntad unipersonal del presidente que puede cancelar un aeropuerto, un metrobús o un permiso de fracking petrolero o que puede dar por terminado un contrato para evitar el cobro de peaje. Todas pésimas señales para arriesgar el dinero en un proyecto productivo.

La economía la hacen las personas y por lo tanto sus expectativas subjetivas cuentan todo el tiempo en la toma de decisiones.

Un consumidor muy entusiasta de la 4T va a disparar el índice de confianza del consumidor, pero puede no tener el poder de compra para hacer lo mismo con los indicadores de ventas al menudeo.

Un analista que ve el deterioro de muchos indicadores del desempeño de la economía no puede responder positivamente una encuesta sobre el panorama económico futuro.

Y un empresario que no ve las condiciones de retorno para sus futuros negocios, simplemente no se animará a invertir en esos nuevos proyectos que son los que hacen que la economía realmente se desarrolle.

Todo es cuestión de confianza.

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