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Mi última columna del hoy occiso 2015 la encabecé a la manera de un marcador futbolero: Chapo Guzmán 1 –Gobierno 0. El objetivo del cabezal y del cuerpo del texto fue el de enfatizar, como una de las noticias de mayor impacto en el año que fenecía, la espectacular fuga del afamado delincuente del penal de alta seguridad de la Palma; así como comentar la ineptitud o la corrupción de las autoridades gubernamentales que permitieron el gol en su contra que significó la evasión del preso económicamente más poderoso del planeta.

Como, literalmente, todo el mundo sabe que el capo, autor de dos antológicos escapes, fue capturado por tercera vez el viernes pasado; encabezo esta colaboración, de regreso de vacaciones, repitiendo el símil del marcador futbolístico ahora con un 3-2, que es el global a favor del gobierno en esta liguilla que, esperamos, concluya con este resultado y que, al contrario de lo que sucede en el futbol, el perdedor vaya a una serie de penales. Por lo pronto, el detenido ya está de vuelta en casa, es decir en el penal de la Palma —se llama de la Palma porque cuando cae un preso del tamaño y peso de Guzmán, todos los que ahí trabajan exponen la palma de la mano para que el recluso deposite en ella lo que sea su voluntad. “Disculpará usted don Joaquín que no le podamos dar su celda de siempre pero es que estamos reparando el piso de la regadera”.

¿Misión u obligación?

Para tratar el tema de la imagen de México en los países en los que nos representan, estaban reunidos en la cancillería los embajadores y cónsules de México en el extranjero. La reunión era presidida por la canciller, Claudia Ruiz Massieu; el secretario de la Defensa Nacional, general de División, Salvador Cienfuegos Zepeda; así como el titular de la secretaria de Marina, almirante Vidal Francisco Soberón Sanz, y el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, quien presentó una ponencia sobre asuntos de gobernabilidad, migración, derechos humanos y seguridad. Comenzaba la ronda de preguntas sobre el tema, el turno era de Beatriz Paredes, nuestra embajadora en Brasil, cuando Osorio Chong pidió permiso de retirarse momentáneamente de la reunión para recibir una llamada del presidente de la República. (La señora Paredes guardó silencio y pensó que era una lástima no haber traído su guitarra. “Aprovecharía este momento —dijo para sí—, para entretener a la concurrencia con mi nuevo repertorio de bossa nova y samba”).

Osorio Chong regresó con cara de “otra vez estoy en la lista de presidenciables” y dijo así con inspirado acento: “Quiero leerles un tuit que acaba de subir el presidente en este momento que dice: ‘Misión cumplida: lo tenemos. Quiero informar a los mexicanos que Joaquín Guzmán Loera ha sido detenido”. La ovación no se hizo esperar. El cuerpo diplomático se puso de pie, sus aplausos fueron la banda sonora de los abrazos que mutuamente se daban felicitándose los cuatro miembros del gabinete presidencial. Acto seguido, todos los concurrentes cantaron nuestro Himno Nacional. Y yo me pregunto: ¿Qué guerra ganamos? ¿Acaso, ya llegamos al quinto partido en un mundial? Lo único que se logró es que un prófugo de la justicia retornara a la cárcel que abandonó por la vía subterránea el 11 de julio del año pasado. ¡Con qué poca agua se ahogan!

El mismo viernes, un poco más tarde, con una cara de felicidad como pocas veces se le ha visto en su sexenio, Enrique Peña Nieto asistió a una agencia funeraria donde se velaba a otro Joaquín, éste de apellidos Gamboa Pascoe, líder de la CTM, quien murió a los 93 años de edad —el récord de durar más años, chingando trabajadores, lo tiene Fidel Velázquez, quien a los 97 dejó de fumar habanos Cohiba y chupó faros.

El mandatario declaró estar muy emocionado no por la muerte de Gamboa sino por la captura de Guzmán. Públicamente estrechó la muñeca derecha de Osorio Chong al tiempo de decirle: “Misión cumplida, secretario”.

Voy a disentir del señor presidente. No se puede festinar el hecho y expresar que con la captura del Chapo se cumple una misión. Ésta se cumplirá cabalmente cuando sepamos y reciban el castigo que merecen todos los cómplices que Guzmán Loera tuvo para su fuga. Pero verdaderamente todos. No nada más los chivos expiatorios. También para presumir de que la misión se cumplió es necesario confiscar los bienes del millonario capo y, sobre todo, llevar a la cárcel a sus secuaces banqueros y empresarios; a los políticos que lo encubren y a los mandos policiacos y militares que lo han protegido. Sólo cuando se ejecute lo anterior se podrá presumir de haber cumplido más que con una misión, con una obligación.

Va de cuento

Hubo una vez un preso diabético al que le cortaron una pierna. Luego lo operaron de la apéndice, después le quitaron la vesícula. Un día amaneció con un intenso dolor en la boca. Hay que sacarle todos los dientes —diagnosticó el dentista. No le saque usted nada —ordenó el director de la cárcel. A mí se me hace que este cabrón se quiere salir de aquí pieza por pieza.