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La caída de más de 40 por ciento en el precio del barril de crudo en los últimos seis meses está teniendo repercusiones trascendentales a nivel global. Sin embargo, dichas repercusiones son diversas para diferentes países, habiendo claros ganadores y perdedores de la situación.

Dentro de los perdedores se encuentran los principales productores de crudo a nivel mundial; pero inclusive dentro de este grupo hay diferencias importantes.

De acuerdo con la publicación británica The Economist, la disminución en el precio del crudo de los últimos seis meses implica una transferencia anualizada de 1.5 billones de dólares de productores a consumidores.

Para los expertos, la disminución en el precio del petróleo podría significar un crecimiento adicional de casi 1 punto porcentual para las economías desarrolladas. Tal vez el caso más significativo es el de Estados Unidos, donde el precio de la gasolina ha bajado de más de 4 dólares por galón en junio a 2.78 dólares actualmente.

De acuerdo con datos del diario Financial Times, esta reducción en el precio de la gasolina es equivalente a un ahorro de 600 dólares anuales por familia, que por lo general es destinado a consumo discrecional, apoyando al crecimiento económico.

Dentro de los perdedores se encuentran aquellos países que son grandes productores de petróleo y que además cuentan con alguna, o todas, las siguientes características: i) los ingresos del sector público están altamente concentrados en la venta de petróleo; ii) la situación de la balanza en cuenta corriente es determinada por las exportaciones de crudo; iii) los niveles de reservas internacionales no son robustos; iv) tienen altos costos de producción de crudo y vi) tienen acceso limitado a los mercados financieros para obtener financiamientos para cerrar la brecha entre ingresos y gastos públicos derivados de la baja en el precio del crudo.

Hay grandes exportadores en Medio Oriente, como Arabia Saudita, Qatar o Kuwait, que sin duda tienen una fuerte concentración tanto en exportaciones como en finanzas públicas, pero sus costos de producción no son tan altos y además cuentan con montos enormes de reservas internacionales acumuladas en sus fondos soberanos y tienen acceso a los mercados financieros.

Por otro lado, países como Irán, Nigeria y Venezuela, a pesar de contar con costos de extracción que no son de los más caros, son petroestados donde el gasto público y la salud de las finanzas del gobierno dependen en gran manera de la venta de petróleo. Adicionalmente, estos estados usan el gasto público como herramienta básica para mantener la armonía social a través de subsidios y programas sociales que son financiados con los ingresos petroleros, por lo que una reducción prolongada en los precios del crudo pone en riesgo las finanzas públicas y la paz social.

Otro país con una fuerte afectación es Rusia, ya que sus costos de extracción son altos y porque su situación de finanzas públicas y de balanza comercial se ha vuelto sumamente vulnerable ante las sanciones comerciales impuestas por los países occidentales.

La industria de gas y petróleo representa 68 por ciento de las exportaciones de Rusia y 50 por ciento de los ingresos públicos, y Rusia ha consumido cerca de 90 mil millones de dólares de sus reservas internacionales para defender al rublo, que ha perdido casi 40 por ciento de su valor desde junio.

En el caso de Rusia, la situación es particularmente delicada, porque puede tener consecuencias geopolíticas importantes para el resto de Europa y para la estabilidad global.

El caso de México lo analizaremos en la siguiente edición.