Elecciones 2024
Elecciones 2024

Los resultados dados a conocer en las horas siguientes al proceso electoral del 7 de junio –hasta el lunes 8- arrojan un hecho cierto: el voto cuenta y la democracia gana.

La violencia o los intentos por generar un ambiente de tensión no prosperaron.

Hay mucho por delante en el reforzamiento de las reglas electorales. Nunca serán perfectas pero requerirán de ajustarse constantemente para incentivar la participación ciudadana y dar paso a la posibilidad de que, con el escrutinio, los ciudadanos tengan un arma más para poner o quitar autoridades, más allá de aquellas que se requieren para sancionar las conductas negativas de los gobernantes.

El hecho de que Jaime Rodríguez Calderón, El Bronco, vaya ganando por una amplia ventaja en Nuevo León, respecto al PRI y al PAN, da cuenta de que cuando se presentan opciones distintas al electorado –en este caso independiente- hay confianza ciudadana en la posibilidad de una real alternancia en el poder, fuera de los partidos tradicionales. El PRI ganó la ciudad de Monterrey y tendrá mayoría en el Congreso local. Si hubiera habido candidatos independientes, tal vez las cosas habrían sido diferentes, pero es sólo una hipótesis.

En varias entidades del país ganaron también candidatos independientes, aunque con experiencia partidaria. Uno de ellos Manuel Clouthier Carrillo, en Sinaloa.

El Bronco ahora deberá enfrentar la política real de tener que negociar con una legislatura local que no será propiamente afín a él, ni tampoco diputados federales afines y tener que negociar muchos asuntos con el Gobierno Federal, sobre todo en lo referente a la participación presupuestaria.  Y tendrá que asumir sus compromisos, uno de ellos el referéndum que califique su gestión cada dos años, en cuyo caso –si fuera negativo- lo deberá conducir a la renuncia.

El regreso del PRD a Michoacán, del PAN a Baja California Sur, y del PAN a Querétaro también son expresiones de una búsqueda del electorado por cambiar opciones partidarias aunque sin más alternativas que las ya conocidas.

Hubo voto de castigo, sin duda.

Diversos analistas aseguran que si bien el PRI mantendrá mayoría en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, junto con sus aliados, el nivel de votación histórica para ese partido es menor. Lo mismo que le ocurrió al PAN que tendrá un retroceso en el número de curules. Ni decir del PRD que mira el vaticinado ascenso del Movimiento de Regeneración Nacional. De hecho, los perredistas podrían perder una decena de posiciones legislativas. Por su parte, crecerá el Partido Verde Ecologista Mexicano en número de escaños.

Pero el ejemplo más claro de castigo es para el PRD en la ciudad de México, donde –hasta computadas poco más de 93 por ciento de las casillas- sólo se quedará con 6 de las 16 delegaciones políticas. Cinco serán para Morena, dos para el PAN y tres para el PRI. Miguel Ángel Mancera tendrá disminuidos sus márgenes de maniobrabilidad. Y tampoco debe pasarse por alto la pérdida perredista en Guerrero. Habrá que esperar la composición en la Asamblea Legislativa.

El voto nulo, auspiciado esencialmente por académicos y líderes sociales, tuvo también un indicador importante –hasta el día posterior a las elecciones-, de alrededor de 7.8% del total de la votación nacional.

El Partido Humanista y el Partido del Trabajo –éste último después de 24 años de presencia, muchas veces bajo la sombra del PRD- perderían el registro, aunque es factible que por un margen reducido los petistas se salven.

En el Estado de México, el PRI obtuvo 35 por ciento de los votos total en elecciones locales para elegir diputados y presidentes municipales, lejano al 62 por ciento que obtuvo Eruviel Ávila. De manera preliminar se estima que los priístas estarán obteniendo 13 alcaldías menos que en los pasados comicios. Recuperarían presidencias tanto el PRD como el PAN. El Congreso local quedaría con mayoría en el Congreso del Estado.

El promedio nacional señala que el abstencionismo habría alcanzado un nivel de entre 51 a 52 por ciento, pero habrá que revisar y analizar el comportamiento estado por estado, ya que se reportó que en entidades como Puebla sólo acudió 30 por ciento del electorado y en Oaxaca el 40 por ciento.

Son elecciones intermedias, pero están marcando una pauta que deberá llamar la atención de los partidos para atraer votantes y romper el descrédito en que han caído. A las autoridades electorales corresponde generar mayor confianza en los procesos electorales y convencer que el voto verdaderamente vale.

2018 parece lejano pero está demasiado cerca.

Los resultados de estas preliminares, más allá de la estadística, muestran que es posible el cambio de gobernantes mediante el ejercicio del voto.

PostScriptum.- “Estar chingue y chingue sale”, dice Xóchitl Gálvez. A ver si no le sale el tiro por la culata. Miguel Hidalgo es una delegación complicada