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El producto interno mundial per cápita caerá 4.2% en el 2020, proyecta el FMI. Nueve de cada 10 países del mundo tendrán decrecimiento. En un año negro, los augurios para México son muy negros: se pronostica que tendrá la mayor caída en América Latina, 6.6 por ciento. Si consideramos el crecimiento de la población, tendremos que el PIB per cápita de los mexicanos caerá 8 por ciento. Esto, si se cumple la proyección del Fondo Monetario Internacional.

El 6.6% es un pronóstico hecho con la información disponible. Apenas estamos en la primera quincena de abril y no sabemos, por ejemplo, qué tan grave será el impacto de salud en México ni cuántos días los mexicanos viviremos en un régimen de hibernación económica. Tampoco tenemos una bola de cristal para saber lo que pasará con el petróleo en los mercados internacionales; cuánto caerán las remesas y en qué momento volverán a funcionar industrias clave para nosotros como la automotriz y el turismo.

El número del PIB para México se irá ajustando y dependerá mucho de lo que haga el gobierno. Hasta ahora no se ha presentado un plan que esté a la altura del reto que implica el Covid-19. Se trata de la mayor crisis económica mundial desde 1929, según el FMI, pero el presidente López Obrador insiste en subestimar el tamaño del problema económico que tenemos enfrente. Habla de una crisis transitoria, quizá queriendo transmitir optimismo, pero más bien enciende las alarmas. Obliga a preguntar: ¿no se ha dado cuenta del tamaño de la bestia que viene?

A AMLO no le gustó el pronóstico de -3.9% que presentó el secretario de Hacienda, Arturo Herrera. ¿Alguien le ha dicho que conseguir ese número sería un milagro? Todo indica que México tendrá una caída mucho mayor a las que vivimos en 1982, en 1995 o en el 2009. En Estados Unidos habrá una caída de 5.9%, según el FMI. ¿En Palacio Nacional saben que si a ellos les da gripe a nosotros nos pega neumonía?

En México, el Producto Interno Bruto podría caer más de 10% si no se plantea una estrategia que esté a la altura del Covid-19. Estamos ante una crisis que reduce la actividad económica a su mínima expresión, con un doble shock de oferta y demanda. En México están muy afectadas casi todas las actividades que crecieron en el 2019, entre ellas turismo, automotriz y remesas. El coronavirus es darwiniano y además agudiza la crisis de industrias que andaban mal, por ejemplo, el petróleo.

Frente al Covid-19, no hay una estrategia y AMLO piensa que ya hizo la tarea. Ése es uno de los problemas. El otro es que no escucha a quienes quieren hacerlo cambiar de opinión. En los últimos días se han multiplicado los desplegados que llaman al presidente a considerar un conjunto de acciones más amplias. Hay preocupación y alerta porque una caída del PIB superior a 6% significa el cierre de cientos de miles de empresas y la pérdida de más de 1 millón de empleos formales.

Los desplegados reflejan un país donde los expertos tienen miedo de decir verdades incómodas al presidente. Coinciden en la necesidad de dar apoyos que protejan a los más vulnerables, pero urgen a tomar medidas más ambiciosas para salvar empresas.

Entre líneas, piden también un cambio de marco mental en relación con la política fiscal. Mirar lo que están haciendo en otros países. En Alemania, Japón, España, Estados Unidos y otros países se están poniendo en marcha programas que valen más de 10% del PIB. Se han olvidado del equilibrio fiscal y dan prioridad a salvar la economía, que está intubada. En México, queda mucho por hacer para tener un plan. A lo presentado por el gobierno, le faltan ideas y le estorba la pretensión de que el gobierno lo puede todo. Por lo pronto, los recursos anunciados no llegan a 1.5% del PIB, y somos uno de los países que menos dinero han puesto para mitigación y recuperación económica. Queremos cazar un rinoceronte con una resortera y canicas.