Elecciones 2024
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El inefable Vicente Fox volvió a dar muestras de que necesita una camisa de fuerza talla XXXL, no sólo por su dimensión física, también por el tamaño de su locura.

Las disparatadas declaraciones que el expresidente hiciera antes de ayer al portal argentino La Política Online confirman lo que la revista Proceso publicó en marzo del 2003, después de consultar a psicoanalistas y psicólogos, quienes afirmaron: el presidente —en aquel entonces en (dis)funciones— experimenta un fenómeno de disociación psicológica, un posible “desfase” y una “falla en el juicio de la realidad”. A lo anterior habrá que agregar el dictamen emitido por el Tribunal de la Rota Romana, institución del Vaticano, quien otorgó la anulación del matrimonio religioso entre el guanajuatense y la señora Lilian de la Concha, pero advirtió que el señor Fox “padece de serios trastornos psicológicos que le impiden volver a contraer matrimonio eclesiástico”.

Pongo a la consideración del lector los siguientes hechos y mis comentarios sobre los mismos: apenas el pasado 8 de junio, después de las elecciones, al ser entrevistado por el periodista Ciro Gómez Leyva en su matinal noticiero radiofónico, don Vicente celebró que el Partido Acción Nacional “estuviera de regreso”. Reconoció que el PRI “hace una aportación muy importante a la estabilidad del país”. Gómez Leyva trajo a la charla el tema del retorno de “los Calderón” a la política: “Vicente, vienen muy fuerte con Margarita Zavala”.

“Pues cuando menos —afirmó el entrevistado— se montaron en el barco, anduvieron en campaña, ella sobre todo, por todo el país. Bien hecho, merecido, son parte de quienes generaron este triunfo (…) Yo creo que ya Acción Nacional tiene su candidato, en este caso su candidata (…) Prácticamente lo doy por hecho, va a ser difícil que alguien se lo (sic al que el género lo trae sin cuidado) arrebate —la candidatura—; ella tiene la altura y tiene la presentación y reconocimiento dentro del PAN; además, tiene devoción y pasión”.

Hasta aquí impera cierta lógica en el hombre que llegó a la primera magistratura de la nación a través del partido blanquiazul, del cual no se sabe si continúa perteneciendo o ya lo abandonó. Sospecha generada por el apoyo verbal que el director del Centro Fox le dio al candidato tricolor Enrique Peña Nieto, en la elección del 2012 e, inclusive, por la manera en que se expresó del Revolucionario Institucional en la entrevista radiofónica que aquí termino de comentar.

Un mes y 18 días después, el expresidente, candidato al manicomio, viajó a la Argentina, vio un micrófono enfrente de él y no pudo resistir la tentación de poner en funcionamiento el órgano muscular situado en la cavidad de la boca de los vertebrados, que sirve para gustación, para deglutir, para modular los sonidos que le son propios, para contradecirse y hasta para insultar con alto rango de indecencia.

Al ver, pues, que le arrimaron un aparato que transforma las ondas sonoras en corrientes eléctricas para su amplificación, lo primero que hizo el sujeto de este texto fue darle fuerza a la suspicacia de que cada día siente más simpatía por algunos miembros del partido al que sacó de Los Pinos; con la sintaxis que lo caracteriza, de entrada, dijo: “Yo no sé cómo se culpa al presidente Peña de Ayotzinapa, él no tuvo nada que ver en Ayotzinapa, absolutamente nada. Un problema de violencia criminal que se desata en el estado de Guerrero. Que debió de atender, cuando explota, el gobierno del estado de Guerrero, que debió de atender el Ejército que ahí estuvo (¿Ahí estuvo? No me defiendas, compadre, que la verdad histórica es que jamás estuvo). Pero no hay por qué culpar al presidente Peña. (Lo que Chente quiso decir es: ¿Y Peña por qué?)”.

Más adelante declaró categóricamente: “Yo vomito a cualquiera que mete a la familia al negocio (así se refiere a la política). Y por eso Calderón no me cae y lo digo públicamente. Calderón: es una equivocación que ahora meta a su señora (¡!) Es gente que no abandona el poder. Que no puede regresar a disfrutar de una vida privada (tal y como hizo el que habla y habla y habla). Se les queda el gusanito”.

Unos renglones para recordar a la pareja presidencial para hacer memoria de la señora Marta metiéndose en todo lo relacionado con el gobierno de su marido. Aspirando a la sucesión. Consiguiendo negocios para sus hijos y su hermano.

Continúo con el tipo que arroja violentamente por la boca lo contenido en el estómago, el cual reiteró: “Entonces me vomito en Calderón por meter a su mujer. Ella quizás puede ser una gran líder”. Una pausa para recordar que la señora Margarita Zavala, por sí misma, tiene una amplia trayectoria política. Que durante el gobierno de su marido trabajó incansablemente y lejos de los reflectores, precisamente por el mal uso que de éstos hizo su antecesora. Otra cosa: el creador del desacierto gramatical de “las y los mexicanos”, para con esa fórmula parecer incluyente con el género femenino, no puede ocultar su misoginia cuando habla de “meter a su mujer”, como si ésta fuera una pieza de ajedrez.

Termino con el señor de la nausea y de la amnesia que expresó: No creo en familias metiéndose al poder. Como Perón y Evita, Perón e Isabelita, Kirchner y Kirchnerita, Trump y Trompitas… Fox y Foxita, digo yo.

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