Elecciones 2024
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Como preámbulo a las manifestaciones de ayer en apoyo del Instituto Nacional Electoral, rescato la insidia que sembró el sábado el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, para atizar los odios y el encono contra la institución civil de México mejor evaluada por la sociedad.

Se le ocurrió delatar a consejeros electorales que cobraron un bono cuando contrajeron matrimonio. Y aderezó su intriga con un dato pedestre: que Felipe Calderón fue testigo de boda de Lorenzo Córdova. Además de un imaginario “abuso” económico, el funcionario quiso asociar a Córdova con la ya muy cacareada patraña de que hubo “fraude” en las elecciones de 2006, siendo que en ese entonces su difamado no trabajaba en el INE, al que ingresó como consejero cinco años después y fue hasta 2014 que comenzó a presidirlo.

¿El presidenciable ignora que por casamiento el IMSS bonifica 30 días de salario mínimo a sus derechohabientes y que se trata de una conquista laboral que aplica también, a través del Issste y su equivalente de las fuerzas armadas, para los trabajadores al servicio del Estado?

¿Desconoce que además de las instituciones de seguridad social son muchas las privadas y públicas que de manera adicional apoyan a sus empleados de alto rendimiento y en las segundas (hasta que llegó la “pobreza franciscana”) como prestación a quienes acreditan un servicio profesional de carrera?

De las jornadas de ayer contra la iniciativa de la reforma que convertiría el INE en algo peor que la actual CNDH sobresale la perversa mentira del gobierno capitalino, reduciendo las decenas de miles o más de 100 mil marchistas a tristes “10 o 12 mil”. José Woldenberg fue certero: “El problema mayúsculo, el que nos ha traído aquí, el que nos obliga a salir a las calles, el que se encuentra en el centro de la atención pública, es que buena parte de lo edificado se quiere destruir desde el gobierno” (y del amago descuartizador: “Ni el INE ni un solo Tribunal podrán realizar con eficiencia lo que hoy encuentra cauce y solución en 32 entidades soberanas”).

La sinrazón es ideológica, según el respetado pensador de izquierda Roger Bartra, quien renunció a la militancia comunista para abrazar la socialdemocracia y que, por advertir “una peligrosa amenaza” contra la democracia, ha sido denostado por el Presidente. Etnólogo egresado de Antropología del INAH, doctor en sociología por la Sorbona, miembro del Instituto de Investigaciones Sociales en la UNAM, académico de la Lengua; el investigador mexicano de ciencias humanas, sociales y políticas más traducido al inglés en una decena de libros, el ex director de El Machete fue anatemizado en Palacio Nacional por haber militado, hasta 1987, en el Partido Comunista para y dizque volverse “conservador” por apoyar al INE.

Hizo esta definición (viernes en Radio Fórmula con Joaquín López-Dóriga): “López Obrador sigue siendo el mismo reaccionario populista de aquella época, solo que ahora tiene el poder”.

Cabe dudar si le alcanzará para apoderarse del ciudadanizado INE.