Las señales son cada día más claras: * El PRI le pide que se vaya. * El PAN le pide que se vaya. * El PRD ya no piensa pelear por él. Ni siquiera los Chuchos, por más amenazados que estén con la difusión de documentos que probarían arreglos delicados. * El Presidente de la … Continued
Las señales son cada día más claras:
* El PRI le pide que se vaya.
* El PAN le pide que se vaya.
* El PRD ya no piensa pelear por él. Ni siquiera los Chuchos, por más amenazados que estén con la difusión de documentos que probarían arreglos delicados.
* El Presidente de la República no quiere saber nada del gobernador omiso que rompió el segundo Mexico’s Moment y sembró de nuevo la imagen de un país brutal y descontrolado.
* El gobierno federal opina, cada vez con menos reserva, que mientras él se mantenga en el cargo, una red de complicidades y miedos fundados impedirá que se resuelva con la velocidad que se requiere el drama de los normalistas desaparecidos.
* En el Congreso de Guerrero ya no cuenta con votos ni voluntades para defenderse.
* Los empresarios locales sacan la bandera blanca y piden paz. Paz que, por lo visto, por lo pronto, solo será posible sin él.
* Entre los amigos que le quedan, más de uno le sugiere que se vaya antes de que se haga más tarde: ahora tiene un exhorto del que colgarse para pedir licencia; luego podrían venir el juicio político, la acción penal.
* Las encuestas de la tercera semana marcan una cifra creciente de guerrerenses que piden que se marche.
Ángel Aguirre carece de poder para proponer negociaciones. Prácticamente, nadie lo respalda. Unos meses más en el gobierno no le cambiarán la suerte.
Este miércoles es un buen día para decir adiós y comenzar a preparar la defensa. Porque, dentro y fuera de México, la noche de Iguala lo perseguirá por el resto de sus días.