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A principios del año pasado comenzamos con la esperanza de que el 2014 fuera finalmente el año en que la economía de Estados Unidos terminara su convalecencia de más de cinco años y entrara en una fase más robusta de recuperación.

Después de un primer trimestre de crecimiento negativo, influido principalmente por factores climáticos extraordinarios, la economía estadounidense volvió por sus fueros, experimentando su fase de crecimiento más robusta y prolongada de la era poscrisis. Gracias a esta fuerte recuperación, la cifra de crecimiento del año completo se ubicará entre 2.3 y 2.5 por ciento, lo cual es inferior a la expectativa de 3% que se tenía a principios del año, pero superior a 2.2 por ciento registrado en el 2013. No obstante, la considerable aceleración de la economía estadounidense durante los últimos tres trimestres —donde se observó un crecimiento promedio estimado superior a 3.5 por ciento— y la fuerte recuperación en los niveles de creación de empleo confirman que la economía estadounidense por fin ha entrado a una nueva etapa en el ciclo de crecimiento.

En esta nueva etapa, la expansión es impulsada por varios factores entre los que destacan: i) la fuerte recuperación en la creación de empleo; ii) la gradual recuperación del consumo; iii) mayor inversión por parte del sector privado; iv) la recuperación del sector inmobiliario y v) la mejoría en el panorama fiscal.

El principal motor de la economía de Estados Unidos ha sido siempre el consumo y lo que está sucediendo en el mercado laboral está contribuyendo a que la confianza del consumidor se encuentra en su nivel más alto desde el 2008.

Aunque el crecimiento de los salarios en términos reales está por debajo de lo observado en otros ciclos de recuperación, la realidad es que la masa salarial ha venido creciendo por arriba de 3 por ciento anual en términos reales.

Adicionalmente, el balance patrimonial de las familias estadounidenses ha continuado mejorando de manera considerable, lo cual, aunado a una mayor confianza por parte del consumidor, ha resultado en un incremento importante en la demanda de crédito por parte de los consumidores.

El consenso de expectativas anticipa que la economía en EE.UU. debería crecer cerca de 3 por ciento en el 2015 en comparación con 2.3-2.5 por ciento en el 2014. Este escenario base anticipa que, una vez concluido el programa de inyecciones de liquidez en el 2014, la Fed comience un ciclo de normalización en la tasa de interés a mediados del 2015.

No obstante, la mayoría de los economistas espera que la Fed actúe de manera cautelosa, incrementando la tasa de manera muy gradual, para llegar a un máximo de 1 por ciento hacia finales del año.

Aunque la tasa de desempleo ha descendido mucho más rápido de lo anticipado, los siguientes factores pesarán en la decisión de la Fed de no ser más agresivo en la normalización de la política monetaria: i) la fortaleza del dólar y la caída en los precios del petróleo contribuyen a que la inflación se mantenga por debajo de la meta de la Fed; ii) la fortaleza del dólar y la debilidad de la actividad económica en el resto del mundo tendrán un impacto negativo en el crecimiento de las exportaciones y por ende de la economía de estados Unidos; iii) a pesar de la disminución en la tasa de desempleo, el crecimiento de los salarios ha sido débil y la tasa de participación —es decir aquellos que están buscando empleo— ha disminuido, por lo que aún no hay presiones en el mercado laboral; iv) la economía estadounidense todavía mantiene un nivel considerable de capacidad ociosa en varios sentidos y v) la posibilidad de choques externos derivados de la gran incertidumbre que rodea al resto del mundo.