Elecciones 2024
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La industria petrolera muestra los efectos de un estancamiento de años.

A este año ya sólo le queda un trimestre, por lo que empieza a ser un poco estéril discutir si el Producto Interno Bruto va a crecer 2.5 o 2.7 por ciento. Es mejor en todo caso prever la calidad de crecimiento del próximo año. Para lo que resta del 2014 podríamos esperar un mercado interno más dinámico, algunos baches en el comercio exterior, turbulencias financieras y quizá alguna presión en la inflación.

Pero para el 2015 mucho dependerá de lo que se discuta en el Congreso el resto del año.

No parece que pueda haber sorpresas en la discusión del presupuesto, el gobierno federal tiene el suficiente apoyo legislativo para que el resultado sea muy similar a lo que propusieron.

Aunque siempre hay margen de negociación. Una de las monedas de cambio habituales en el presupuesto es el precio estimado del petróleo. El juego es simple, la iniciativa subestima el precio, los legisladores suben lo esperado en promedio por cada barril y ese resultado matemático se reparte en los gastos de interés de los partidos políticos.

Sólo que ahora de seguro habrán de estimar algo más que 82 dólares por barril de la llamada mezcla mexicana, el destino es el que puede ser diferente.

Hay el convencimiento por parte de algunos legisladores opositores al PRI de que la deuda y el déficit tienen que ser contenidos desde ahora que no son un problema, pero que prometen serlo en un futuro si no se controlan estos desórdenes.

Así que hay quien cree que esos recursos adicionales que se consigan con el incremento previsible en la estimación del precio promedio del petróleo mexicano de exportación deberían destinarse a paliar los desequilibrios.

No suena mal utilizar estos recursos para devolver pronto la salud financiera a una economía que no está enferma, pero que puede recaer en aquellas crisis de otras décadas, cuando se administraba una abundancia imaginaria.

Aunque también es un hecho que la industria petrolera muestra todavía los efectos de ese estancamiento que tuvo por años y la producción de hidrocarburos para el próximo año se mantiene a la baja. Ya vendrá en algunos años un repunte derivado de la reforma energética.

Lo cierto es que la tentación de contar en el papel con recursos adicionales producto del recálculo del petróleo o de la cotización del peso frente al dólar debe ser una gran tentación para la clase política cuando tienen en puerta un año electoral.

En este último trimestre del año que inicia mañana, además de la discusión presupuestal con estos temas financieros como un asunto prioritario, también hay que poner atención a los temas salarial e inflacionario.

Desde el Banco de México llega la alerta muy clara en torno a la generación de expectativas de aumento de los salarios que presionan la inflación.

Desatar una guerra entre salarios y precios ha sido una advertencia de los expertos en política monetaria; sin embargo, es algo que tiene sin cuidado a los que han elegido el tema como bandera política para cubrir la ineficacia de sus verdaderas responsabilidades.