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Las plazas públicas de este fin de semana llenas por motivos políticos en México contrastan con la realidad de Alemania, que prepara nuevas medidas de confinamiento obligatorio por el repunte de casos de Coronavirus.

Es muy rápido para olvidar que sólo pasaron dos años entre el primer caso reportado oficialmente de Covid-19 en Wuhan, China, en noviembre del 2019 y los 5 millones 200,000 muertos que hay hoy. Es muy pronto para no pensar en la velocidad de transmisión de un virus que muta y puede brincarse la protección de las vacunas.

Es como si estuviéramos de vuelta en aquellos días del no pasa nada, del abrácense y salgan a comer a la calle. Ver el zócalo como lo vimos el sábado es equivalente a encomendarse al Detente.

Desde finales de la semana pasada Europa y Estados Unidos han tratado de reaccionar con más velocidad ante las evidencias de una nueva ola de contagios y muertes por el Covid-19.

A esos planes de confinamiento obligatorio que ahora mismo se afinan en Alemania se suma la política más radical de Austria de obligar a la vacunación. La mayoría de los países de la Unión Europea anunciarán medidas extraordinarias esta semana.

Ahí está también Estados Unidos y la reciente autorización de la Administración de Drogas y Alimentos para aplicar una tercera dosis de refuerzo a los adultos de las vacunas que tienen autorizadas. Canadá autorizó ya la aplicación de la vacuna contra la Covid-19 en niños de entre cinco y 11 años.

México presume una política de vacunación exitosa cuando tiene en el refrigerador 36 millones y medio de dosis de las vacunas sin aplicar.

Pero estamos en un país en donde el responsable de la pandemia, el impresentable de Hugo López-Gatell, dice que vacunar a un niño es desviar una dosis que se puede poner a un mayor de edad. Los otros “dos amigos” norteamericanos de México ya vacunan a los niños y aquí apenas se abrió el registro para adolescentes de 15, sin fecha para el inicio de la vacunación.

Y claro, en México ni una sola palabra de una necesaria tercera dosis de refuerzo para esos adultos que tanto dice defender el subsecretario López-Gatell.

Ya no hay duda de que estamos en un nuevo repunte mundial de la enfermedad. México no puede darse el lujo de volver a llegar tarde. Porque si atendemos a las estimaciones del Inegi, aquí en nuestro país han muerto 620,000 personas por el Covid-19.

Claro, el costo económico cada vez se hace más alto, porque un nuevo cierre de actividades así sea parcial, tendría efectos devastadores en una economía que empezó una recesión desde el 2019, antes de que el mundo se enterara de la pandemia que venía.

Es un hecho que al presidente Andrés Manuel López Obrador ya le urgía una concentración masiva como la del sábado, con desfile, discurso y toda la cosa, es un alimento básico para su movimiento. Pero estamos en un momento en que las evidencias marcan que podríamos estar en camino de un agravamiento de la pandemia.