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En este país, las advertencias bien informadas de los analistas sobre los riesgos financieros que implica Petróleos Mexicanos para el conjunto de la economía mexicana y las consecuencias de una mala política energética solo dan vueltas en un pequeño círculo donde todos ya tienen muy claro qué es lo que está pasando.

Esa información confinada a unos cuantos no llega a más amplios sectores de la población porque, por diversas razones, no es de interés general su divulgación.

No se expande la información del peligro inminente en el que están las finanzas nacionales porque hay millones de personas que solo están sujetas al monólogo, simplista y repetitivo, como lo marcan los manuales de la propaganda, del presidente Andrés Manuel López Obrador.

No hay voces de alcance popular que tengan la capacidad de contrarrestar el efecto avasallante de la propaganda oficial que se dicta cada mañana.

Y en los mercados, los que tienen bonos de Pemex y reciben grandes rendimientos con Riesgo País de toda la deuda mexicana, se mantienen calladitos y contentos, por ahora.

Así es que por eso el Presidente, en su calidad de descarado jefe de campaña, puede llamar a dar continuidad a su estrategia energética.

Dar continuidad a lo que ha hecho López Obrador con Pemex y con la CFE, dar seguimiento al desprecio a las leyes y a las inversiones privadas, mantener tal cual las enormes transferencias de recursos públicos al barril sin fondo de dos empresas improductivas es garantizar una crisis económica para el país.

Las evidencias ahí están, las cuentas no son tan difíciles de entender, las consecuencias inevitables de seguir por el mismo camino son inocultables, pero son millones de ciudadanos los que no pueden o no quieren verlo así.

¿Cómo seguir con la misma estrategia si en el sexenio de López Obrador Pemex ha tenido pérdidas por 876,000 millones de pesos?

La producción de petróleo crudo inició este gobierno en 1.83 millones de barriles diarios y cayó a 1.55 millones de barriles al día. Las reservas petroleras son 11% menores que en el 2018.

Pemex ha recibido de nuestro dinero, a través de transferencias del erario, 870,000 millones de pesos. Pemex no paga impuestos y nos debe, porque se supone que es la empresa de todos los mexicanos, otros 730,000 millones de pesos.

Y algo muy grave, no financiero, y muy visible, Pemex contamina por la falta de mantenimiento y falta de inversión en mejora de procesos productivos.

¿Cómo prometer continuidad a todo esto? Simple, por la hipnosis colectiva que provoca el carisma y la propaganda, pero ese camino es seguro hacia una crisis energética y económica sin precedentes.

López Obrador llena de palabras que marean a sus seguidores: bienestar, soberanía, rescate, independencia, pueblo, etcétera.

Es un hecho, Pemex, y CFE de la mano, no aguanta otros seis años igual. La petrolera puede quebrar y las finanzas del país pueden entrar en crisis antes del final de la década.

Si cualquiera de las dos candidatas sigue el mismo camino, no acaba su sexenio sin una crisis financiera mayor. Solo un cambio en la estrategia puede implicar que entremos en un rescate de Pemex y las finanzas públicas que llevará décadas. Pero eso pocos lo quieren ver.