Va a quedar inscrito en la historia de este país el ataque populista que sufrió la política mexicana con el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, donde acabaron robando mucho más al pueblo
La capa de teflón que cubre al presidente Andrés Manuel López Obrador es tan amplia y efectiva que no hay escándalo de corrupción en su gobierno que acabe por molestar a los presuntos responsables y mucho menos en mellar la popularidad presidencial.
No importa si está en video y si se trata de algún pariente cercano; no es problema si un sujeto es responsable directo de la muerte de 39 extranjeros calcinados en un centro de migrantes, él seguirá con su chamba.
Y menos va a implicar alguna respuesta de la adormilada opinión pública si algunos de los más escandalosos casos de corrupción expuestos y documentados ocurren en el llamado Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado (Indep).
El primer director de este estandarte del populismo, un personaje que fuera muy cercano al presidente, Jaime Cárdenas, renunció en un arranque de dignidad y dejó como evidencia una larga carta de cinco cuartillas a López Obrador donde exponía la cueva de ladrones en la que se había convertido esa institución inspirada en Robin Hood.
Por supuesto que no pasó nada con las evidencias de contratos irregulares, con las pruebas de la mutilación de joyas, con las liquidaciones ilegales, ni con ninguna de las 47 denuncias de corrupción presentadas en el Indep.
El halo de protección de los actos de corrupción en este régimen no va a dejar un solo castigo. Si un robo del tamaño del perpetrado en Seguridad Alimentaria Mexicana se mantiene en la impunidad.
Si un despilfarro criminal tan descomunal del Instituto de Salud para el Bienestar se mantiene oculto por las artes de la propaganda oficial, qué esperar del resto de los casos de malos manejos que son evidentes.
Pero en el caso del Indep es un hecho que va a quedar inscrito en la historia de este país y cuando se estudie el ataque populista que sufrió la política mexicana aparecerá, invariablemente, el nombre del Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, donde acabaron robando mucho más al pueblo.
Y, por ahí, en algún capítulo, alguien recordará que su primer director fue uno de los hombres más cercanos al Presidente y el último titular del Indep en el sexenio fue uno de los ayudantes de la seguridad del presidente.
Claro que merecerá un capítulo aparte en la historia de este tiempo político mexicano aquello del semillero de la ayudantía presidencial para designar altos funcionarios que no tenían ni preparación ni experiencia.
Va a quedar entrecomillada aquella frase de López Obrador del 2019 cuando defendía el nombramiento de personas sin el más mínimo conocimiento en tareas especializadas y de alta responsabilidad. Dijo: “Si hablamos en términos cuantitativos, 90% honestidad, 10% experiencia. ¿Cómo la ven?”
Y, efectivamente, en esa línea han sido los resultados entregados al país en muchas de las áreas del servicio público.
Falta poco menos de un año para el final del sexenio de López Obrador, pero este último nombramiento de un ayudante para dirigir el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado, donde abundan las denuncias de corrupción impunes, sí suena como un resumen del momento político del país.
Aunque, a veces duelen más los resultados de aquellos que son altamente calificados pero que prefieren ser 100% serviles a las decisiones equivocadas de Palacio.